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sábado, 21 de mayo de 2011

Salvador de Bahía


La visita a Salvador es apenas el comienzo de un memorable recorrido por el litoral del estado, lleno de bellos paisajes que todavía no fueron tocados por el hombre. A lo largo de 750km nos encontramos con lugares como Ilhéus, Porto Seguro, Santa Cruz de Cabrália y Prado, que siguen mostrando tramos salvajes repletos de cocoteros, islas y mar de aguas cristalinas.

Itaparica (playas de agua tibia y poco profunda, del otro lado de la Bahia de Todos os Santos) es el punto de partida hacia el litoral sur, que actualmente tiene sus encantos más accesibles por la moderna ruta Línea Verde. Esta carretera recorre parte del litoral bahiano, desde Praia do Forte hasta Mangue Seco, en la frontera con el estado de Sergipe.

Aun el brasileño cuando visita Salvador por primera vez, queda impresionado. A cada paso hay una iglesia, bahianas gordas vendiendo acarajé, cocoteros y edificios con siglos de edad. Todo rodeado por playas y gente sonriente. Si es día de fiesta, los tríos que circulan por las calles con sus ritmos provocativos, hacen bailar hasta a las piedras.

Bajo el sol y las bendiciones del Señor do Bonfim, Salvador está más colorida. Escenario de las mayores expresiones artísticas e históricas de la ciudad, el Pelourinho -conjunto de las primeras casas- erigido en el corazón de esta comarca, recibió nuevos colores.

El centro histórico despierta desde 1985 atenciones especiales. Fue considerado por la Unesco, Patrimonio Cultural de la Humanidad y registrado como el conjunto más importante del estilo colonial brasileño. La restauración está devolviendo a los edificios e iglesias su apariencia original Las viejas construcciones, otrora con fachadas decadentes, fueron totalmente restauradas y en la actualidad abrigan tiendas, restaurantes y museos.

Por las calles del Peló (como los bahianos acostumbran llamarlo) el espíritu de la ciudad está presente en los compases marcados de grupos afros y en el olor del dende que invade el aire; sonidos y perfumes que solamente se encuentran en este territorio.

viernes, 4 de febrero de 2011

Peló - Porto Seguro, turismo en Bahía


Más conocido como Peló. En el epicentro está la iglesia Nossa Senhora Rosario dos Pretos, a metros del lugar en el que se presenta Olodum los domingos en verano, y hacia donde miran la fundación Casa de Jorge Amado y el Museo de la Ciudad, El barrio entero es todavía más grande que el alcance de los trabajos de la Prefeitura: subiendo hasta la Ladeira do Carmo, los frentes aparecen descascarados, la ropa cuelga en los balcones y el revoque se cae a pedacitos.

Heléchos rozagantes crecen en las molduras. De noche es un tanto tenebroso pero no menos elocuente. El mar se asoma en las esquinas y entre esto y aquello, todo eso es Salvador.

Porto Seguro no falla
La vida se desenvuelve frente al mar, desde el amanecer hasta últimas horas de la noche. La cálida atmósfera acompaña Ios movimientos de la rutina diaria de los lugareños, sus puestos en la pasarela que todas las noches reúne a los turistas en una fiesta de tragos tropicales con nombres divertidos, de artesanías y ropas que entonan con el clima, y dulces que acaparan los paladares más golosos, amasados por las manos de mujeres regordetas de paños blancos en la cabeza.

El encanto del Estado de Bahía se respira apenas se apoyan los pies en sus tierras rojizas, cuando los ojos se fijan en el verde de un mar manso y tibio.

Porto Seguro ofrece parajes para el descanso y sitios donde la lambada no tiene intervalos. Cada cual escoge su ritmo. Durante el día, los paradores ofrecen instalaciones con lo necesario para relajarse y olvidarse de todo. Los preferidos son Axé Moi, Barramares, Barra Point, Mama Gaia. Tienen restaurantes con mariscos y pescados frescos, reposeras para adueñarse del sol, jugos de frutas y cerveza bien helada.

En cuanto a playas, hay muchas para elegir. Las de la costa norte son las más preciadas por sus paradores. Cada noche uno distinto ofrece una fiesta que convoca no solo a los turistas, sino también a la gente del lugar, que no deja de bailar y que junto a sus partners ofrecen una gran clase de baile sin que esté preparado expresamente para el turismo.

Las jóvenes mulatas visten jeans ajustados y los hombres el torso desnudo y pantalones blancos de capoeira, ese arte marcial que por las noches se convierte en un arma de seducción. Los shows tienen bandas en vivo y bailarines que invitan a seguir sus movimientos.

El parador Barramares es uno de los elegidos por sus fogones, por el ritmo de la bossa nova, la lambada aeróbica, espectáculos de casamientos gitanos y capoeira.