Imagínense por un momento un castillo construido de algodón, en medio de la meseta de Anatalia, al que los visitantes ilegan por sus propiedades curativas. No crean que se trata de una leyenda árabe, en realidad ese lugar existe y se llama Pamukkale; se ve desde la ruta y al viajero desprevenido puede llegar a sorprenderlo.
Se trata de una serie de formaciones calcáreas que se elevan unos cien metros sobre la llanura; su nombre proviene de la palabra turca "castillo de algodón".
Pamukkale se encuentra en el valle de Menderes y por allí han corrido a lo largo de los siglos aguas termales que contienen sustancias calcáreas y dióxido de carbón. Esas aguas caen en cascadas en piletones y terrazas naturales, y la acción de los residuos minerales le han dado la coloración blanca que las identifica. Se dice que allí los baños tienen un efecto terapéutico, que ayudan a curar el reuma y que rejuvenecen la piel.
lunto a quienes van a buscar tranquilidad en aquellas aguas se encuentran quienes llegan hasta el lugar en busca de las construcciones romanas y bizantinas de la zona, que se pueden recorrer a pie en medio de jardines llenos de cipreses y flores salvajes.
Vale la pena acercarse hasta el teatro de Hierápolis, construido en piedra calcárea, que en verano utiliza su capacidad'de 15 mil espectadores para espectáculos al aire libre.
Se trata de una serie de formaciones calcáreas que se elevan unos cien metros sobre la llanura; su nombre proviene de la palabra turca "castillo de algodón".
Pamukkale se encuentra en el valle de Menderes y por allí han corrido a lo largo de los siglos aguas termales que contienen sustancias calcáreas y dióxido de carbón. Esas aguas caen en cascadas en piletones y terrazas naturales, y la acción de los residuos minerales le han dado la coloración blanca que las identifica. Se dice que allí los baños tienen un efecto terapéutico, que ayudan a curar el reuma y que rejuvenecen la piel.
lunto a quienes van a buscar tranquilidad en aquellas aguas se encuentran quienes llegan hasta el lugar en busca de las construcciones romanas y bizantinas de la zona, que se pueden recorrer a pie en medio de jardines llenos de cipreses y flores salvajes.
Vale la pena acercarse hasta el teatro de Hierápolis, construido en piedra calcárea, que en verano utiliza su capacidad'de 15 mil espectadores para espectáculos al aire libre.