Se me hace difícil hacerle en-tender a la gente por qué fui 7 veces a Disney World... y todavía no conozco Europa. Tratando de esgrimir algún argumento lógico, pienso que tal vez es porque siempre conté con un presupuesto acotado, un tiempo limitado y la idea muy clara de vivir, en el mínimo de tiempo y con el menor esfuerzo de mi parte, todas las emociones posibles.
Finalmente, dejé de contabilizar las veces que fui y cuando hoy me preguntan, siempre voy por la segunda o tercera visita a la tierra de Mickey Mouse. En realidad, cada vez que uno vuelve a pisar ese territorio, es como si fuera la primera vez.
En mis últimas visitas he notado un cambio importante en los parques temáticos. En los últimos dos años, ante el desarrollo de competidores como los Universal Studios de Florida, también en Orlando, y Busch Gardens en la cercana Tampa, los parques de Disney han comenzado a incorporar nuevas atracciones siguiendo el concepto del extreme ride, o sea, juegos que disparan la adrenalina.
Así hoy uno puede subirse a un ascensor que caerá 13 pisos en caída libre en la Twiglight Tower of Terror en MGM, o encontrarse atrapado en una nave, a oscuras y, para mejor, con un Alien suelto en la vuelta, en Magic Kingdom. Si no le alacanza con esto, puede caer desde una altura de 4 pisos sentado en un tronquito junto con otros 4 acompañantes en la Splash Mountain o perseguir al último dinosaurio en el Countdown to Extinction en el recientemente inaugurado Animal Kingdom.
Lo bueno es que hay para todos: los chicos, los grandes, los abuelos y los minusválidos, quienes reciben un tratamiento especial y no se pierden nada: el 99% de las atracciones tienen previstos mecanismos para que sillas de ruedas puedan ingresar
Consejo de una reincidente: vayan, quédense en un hotel dentro de Disney (hoy cuentan con 3 complejos económicos, casi al mismo precio que los hoteles circundantes) y vuelvan a ser niños por el tiempo que duren sus vacaciones.
Finalmente, dejé de contabilizar las veces que fui y cuando hoy me preguntan, siempre voy por la segunda o tercera visita a la tierra de Mickey Mouse. En realidad, cada vez que uno vuelve a pisar ese territorio, es como si fuera la primera vez.
En mis últimas visitas he notado un cambio importante en los parques temáticos. En los últimos dos años, ante el desarrollo de competidores como los Universal Studios de Florida, también en Orlando, y Busch Gardens en la cercana Tampa, los parques de Disney han comenzado a incorporar nuevas atracciones siguiendo el concepto del extreme ride, o sea, juegos que disparan la adrenalina.
Así hoy uno puede subirse a un ascensor que caerá 13 pisos en caída libre en la Twiglight Tower of Terror en MGM, o encontrarse atrapado en una nave, a oscuras y, para mejor, con un Alien suelto en la vuelta, en Magic Kingdom. Si no le alacanza con esto, puede caer desde una altura de 4 pisos sentado en un tronquito junto con otros 4 acompañantes en la Splash Mountain o perseguir al último dinosaurio en el Countdown to Extinction en el recientemente inaugurado Animal Kingdom.
Lo bueno es que hay para todos: los chicos, los grandes, los abuelos y los minusválidos, quienes reciben un tratamiento especial y no se pierden nada: el 99% de las atracciones tienen previstos mecanismos para que sillas de ruedas puedan ingresar
Consejo de una reincidente: vayan, quédense en un hotel dentro de Disney (hoy cuentan con 3 complejos económicos, casi al mismo precio que los hoteles circundantes) y vuelvan a ser niños por el tiempo que duren sus vacaciones.
