Recorrer lugares como Aix-en-Provence en los cuales Van Gogh plantó su caballete y pintó gran parte de su obra inspirado por las luces" de Provence, o vivir en permanente contacto durante días con los campos de lavanda, los olivares y los viñedos no tiene precio.
Los campos de lavanda merecen una mención especial: recorrerlos en la temporada de floración, que va de junio a setiembre, no solo implica descubrir un mar azul en medio de valles y montañas, sino también un mundo de maravillas habitado por artesanos, perfumeros, aromotera-pistas y especialistas en herboristería.
Fragancias surgidas de la elaboración de aceites preciosos y esenciales invaden los caminos que recorren los viajeros, mezclándose en las plantaciones de añosos olivos Estos árboles de troncos nudosos dotan a toda la región mediterránea de un paisaje singular.
Visitar los olivares y los molinos de la región donde se produce desde hace más de mil años el aceite de oliva es otra parada obligatoria en el camino... ¿ y qué decirles de las distintas rutas del vino7 Se pueden recorrer a pie parcialmente dado que la mayoría abarcan largas distancias. La ruta des Papes por ejemplo, recorre 60 km en su totalidad y pasa por lugares de cuento como Chateauneuf-du-Pape (cuna del preciado vino que lleva el mismo nombre), Chateauneuf-de-Gardagne o Caumont-sur-Durance.
Inolvidables serán las visitas a las diferentes cavas, donde se puede catar los mejores buqués de las más refinadas cepas y degustar los mejores quesos del mundo.
Las caminatas son grupales. El viajero elige integrarse en grupos grandes o pequeños; alternar, según el cansancio, entre días de trayecto de marcha avanzada o de marcha para principiantes; y puede decidir permanecer en determinados lugares, posibilitándose el reinicio de la marcha con la llegada de otros grupos.
Las noches se pasan en acogedores albergues, hosterías o pequeños hoteles que, además de destilar ese charme único de Provence, ofrecen a sus huéspedes lo mejor de la cuisine proveníale.
El intenso sabor de una verdadera trufa perfumando un plato de cordero, el ajo y el aceite de oliva fundiéndose para dar sabor a todo tipo de carnes al estilo proveníale, los vapores marinos de una humeante bouilla-baisse o los refinados confites de fruta glaseada cuyas recetas vienen perfeccionándose desde el siglo XI, aportan el broche de oro para que su estadía en Provence realmente sea inolvidable. Solo nos resta desearles..
Los campos de lavanda merecen una mención especial: recorrerlos en la temporada de floración, que va de junio a setiembre, no solo implica descubrir un mar azul en medio de valles y montañas, sino también un mundo de maravillas habitado por artesanos, perfumeros, aromotera-pistas y especialistas en herboristería.
Fragancias surgidas de la elaboración de aceites preciosos y esenciales invaden los caminos que recorren los viajeros, mezclándose en las plantaciones de añosos olivos Estos árboles de troncos nudosos dotan a toda la región mediterránea de un paisaje singular.
Visitar los olivares y los molinos de la región donde se produce desde hace más de mil años el aceite de oliva es otra parada obligatoria en el camino... ¿ y qué decirles de las distintas rutas del vino7 Se pueden recorrer a pie parcialmente dado que la mayoría abarcan largas distancias. La ruta des Papes por ejemplo, recorre 60 km en su totalidad y pasa por lugares de cuento como Chateauneuf-du-Pape (cuna del preciado vino que lleva el mismo nombre), Chateauneuf-de-Gardagne o Caumont-sur-Durance.
Inolvidables serán las visitas a las diferentes cavas, donde se puede catar los mejores buqués de las más refinadas cepas y degustar los mejores quesos del mundo.
Las caminatas son grupales. El viajero elige integrarse en grupos grandes o pequeños; alternar, según el cansancio, entre días de trayecto de marcha avanzada o de marcha para principiantes; y puede decidir permanecer en determinados lugares, posibilitándose el reinicio de la marcha con la llegada de otros grupos.
Las noches se pasan en acogedores albergues, hosterías o pequeños hoteles que, además de destilar ese charme único de Provence, ofrecen a sus huéspedes lo mejor de la cuisine proveníale.
El intenso sabor de una verdadera trufa perfumando un plato de cordero, el ajo y el aceite de oliva fundiéndose para dar sabor a todo tipo de carnes al estilo proveníale, los vapores marinos de una humeante bouilla-baisse o los refinados confites de fruta glaseada cuyas recetas vienen perfeccionándose desde el siglo XI, aportan el broche de oro para que su estadía en Provence realmente sea inolvidable. Solo nos resta desearles..