ClDADE BAIXA
En la ciudad baja y en las márgenes de la Bahia de Todos os Santos, está el Mercado Modelo, antiguo edificio de la Casa de Alfándega, que fue totalmente reedificado en 1984, después de un gran incendio.
Es el mayor y más animado centro de ventas de artesanía. En su interior, además de dos restaurantes regionales, existen más de 250 tiendas repletas de bordados, carrancas, artículos religiosos, flores, camisetas y las conocidas cintas del Bonfim. Dicta la tradición, que quien va a Salvador tiene que atarse la cinta en el brazo y hacer tres pedidos. Atención: los precios están calculados para que el comprador los "rebaje".
En el piso inferior del Mercado Modelo, donde existía una antigua casa para esclavos (semala) funciona un confortable restaurante de comidas típicas, que presenta shows folclóricos y es atendido por simpáticas mujeres vestidas con trajes bahianos.
El centro de Salvador se divide en dos partes: alta y baja. La conexión principal entre los dos niveles es el Elevador Lacerda, ascensores que transportan millares de personas y abren sus puertas directamente frente al Mercado Modelo. Para tomarlo hay que ir a la Praca Tomé de Souza y se llega a la Praga Cairu.
Muy próximo y con una vista espléndida a toda la ensenada, el Solar do Unhao abriga el Museo de Arte Moderno de la Bahía. Instalado en un imponente caserón del siglo XVII restaurado en la década del 70, su importante colección cuenta con pinturas de Di Cavalcanti y Portinari, entre otros. Un poco más distante, la Iglesia do Bonfim queda en lo alto de una colina en la península de Itapagipe. Construida en la mitad del siglo XVIII, tiene interior neoclásico y el techo exhibe los paneles pintados por José Teófilo de Jesús.
Visitarla es casi un deber con los santos locales. Uno de los puntos altos del calendario religioso es el lavado de sus escalinatas, que se hace todos los años en el segundo jueves de enero, después del Día de Reyes.
No muy lejos de allí, en el barrio de Ribeira, un buen programa de final de tarde puede ser la heladería de la Ribeira. Con puertas herrumbradas y más de 50 tipos de helados de frutas regionales, ese rincón tiene más de 75 años y es uno de los lugares preferidos de Caetano Veloso, que ocupa invariablemente una de las mesas colocadas frente a la Bahia dos Tainheiros, donde la puesta del sol es más dorada.
Un viaje para guardar en la retina y en la memoria. Un auténtico muestrario de diversidad cultural, de lo que fueron y de lo que son; de las tradiciones, del patrimonio, de la alegría y de la religiosidad de un pueblo.
En la ciudad baja y en las márgenes de la Bahia de Todos os Santos, está el Mercado Modelo, antiguo edificio de la Casa de Alfándega, que fue totalmente reedificado en 1984, después de un gran incendio.
Es el mayor y más animado centro de ventas de artesanía. En su interior, además de dos restaurantes regionales, existen más de 250 tiendas repletas de bordados, carrancas, artículos religiosos, flores, camisetas y las conocidas cintas del Bonfim. Dicta la tradición, que quien va a Salvador tiene que atarse la cinta en el brazo y hacer tres pedidos. Atención: los precios están calculados para que el comprador los "rebaje".
En el piso inferior del Mercado Modelo, donde existía una antigua casa para esclavos (semala) funciona un confortable restaurante de comidas típicas, que presenta shows folclóricos y es atendido por simpáticas mujeres vestidas con trajes bahianos.
El centro de Salvador se divide en dos partes: alta y baja. La conexión principal entre los dos niveles es el Elevador Lacerda, ascensores que transportan millares de personas y abren sus puertas directamente frente al Mercado Modelo. Para tomarlo hay que ir a la Praca Tomé de Souza y se llega a la Praga Cairu.
Muy próximo y con una vista espléndida a toda la ensenada, el Solar do Unhao abriga el Museo de Arte Moderno de la Bahía. Instalado en un imponente caserón del siglo XVII restaurado en la década del 70, su importante colección cuenta con pinturas de Di Cavalcanti y Portinari, entre otros. Un poco más distante, la Iglesia do Bonfim queda en lo alto de una colina en la península de Itapagipe. Construida en la mitad del siglo XVIII, tiene interior neoclásico y el techo exhibe los paneles pintados por José Teófilo de Jesús.
Visitarla es casi un deber con los santos locales. Uno de los puntos altos del calendario religioso es el lavado de sus escalinatas, que se hace todos los años en el segundo jueves de enero, después del Día de Reyes.
No muy lejos de allí, en el barrio de Ribeira, un buen programa de final de tarde puede ser la heladería de la Ribeira. Con puertas herrumbradas y más de 50 tipos de helados de frutas regionales, ese rincón tiene más de 75 años y es uno de los lugares preferidos de Caetano Veloso, que ocupa invariablemente una de las mesas colocadas frente a la Bahia dos Tainheiros, donde la puesta del sol es más dorada.
Un viaje para guardar en la retina y en la memoria. Un auténtico muestrario de diversidad cultural, de lo que fueron y de lo que son; de las tradiciones, del patrimonio, de la alegría y de la religiosidad de un pueblo.
