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viernes, 6 de mayo de 2011

La Angostura


Pesca en Villa La Angostura

Entre lagos y cerros, Villa La Angostura se presenta a I500m sobre el nivel del mar, dibujando una de esas panorámicas que deja a cualquiera con la boca abierta y que solo se puede ver desde el Cerro Bayo. En verano, la pista de esquí es ideal para bajarla en mountain bike y subirla (imposible en bici...) en ae-rosilla.

A pocos kilómetros de allí, pendiente abajo, el juego de agua del río Bonito salta y se hace cascada, invitando a vivir el vértigo del rappel. Otro de los cerros es el Belvedere, que traza un caminito en medio de su bosque, en donde se puede encontrar el morado fruto del calafate.

Un paseo de 24km para no perderse es el que lleva a la península de Quetrihué donde, tal como indica su nombre en mapuche, hay arrayanes. El arrayán (Myrceugemlla apiculata), testigo esencial de estas latitudes, es fácilmente identificable por su corteza de color rojo, que se desprende en láminas.

En Angostura la pesca es un arte que solo entienden los que respetan la naturaleza. A nadie se le ocurre llevarse más de una trucha por día o pescar furtivamente fuera de la temporada (que empieza la segunda semana de noviembre y termina el tercer domingo de abril).

La total limpidez y pureza del agua es garantía suficiente para contar con salmónidos en cantidad y calidad. En el centro de Villa La Angostura, solo unos pocos locales sirven comida típicamente sureña o paradójicamente nórdica (claro, europea). Si muere por las artesanías o los muebles autóctonos, no deje de curiosear en el encantador local que María Paz y Ernesto Alvear tienen en medio del bosque. Tampoco deje pasar el taller de telar de Susana Di Lorenzo y, de paso, no se pierda los objetos de plata que hace su marido, Pedro, inspirado en el arte mapuche.