Para James Michener (autor de Regreso al Paraíso) -y quizás también para cualquier mortal que haya tenido la fortuna de posar sus incrédulos ojos sobre esta joya del Pacífico- Bora Bora es la isla más bella de la Tierra. Sus dos picos volcánicos se elevan sobre los motus que -como un collar de perlas- la rodean y protegen de las corrientes del océano.
La laguna que se forma entre la isla y estos islotes tiene una temperatura promedio anual de 28°C y sus aguas son tan cristalinas, que ninguno de los hoteles aquí instalados se molesta en contar con una piscina entre sus comodidades. Al sumergirnos en ella, una sensación de ingravidez total nos sobrecoge; es como si estuviéramos flotando en medio del espacio, rodeados de un mar apenas perceptible a la vista por su transparencia, pero que forma una gran mancha color turquesa.
En este mágico momento aparece un cardumen de peces multicolores que nos envuelve como si fuera una nube, para dejarnos sorpresivamente frente a una brillante pared de corales y esponjas marinas. Son los Jardines de Coral, al sudeste, considerados como el mejor sitio para practicar el snorkel en estas costas. En Bora Bora se organizan excursiones de buceo para nadar junto a las mantarrayas y tiburones grises que pueblan la i. Los buceadores más avezados, en busca de adrenalina, pueden realizar esta misma acrividad durante la noche.
La exquisita playa púniu Pointe Matira tiene el privilegio de ser la meta final de la regata de canoas Hawaiki Nui Va'a. Año tras año, competidores de más de 20 países participan de esta carrera internacional de tres días de duración. Los 100 equipos en pugna recorren 130km de océano abierto entre las islas de Huahine, Raiatea, Tahaa y Bora Bora, en un acontecimiento que combina técnicas antiguas con modernas.
La isla en sí es pequeña y se la puede recorrer en auto en una hora. Si prefiere sentir el viento en la cara, algunas de las agencias de alquiler de coches disponen de scooters. La escalada a la montaña Pahia proporciona una vista desde las alturas que solo sería superada por la de la montaña Otemanu, si esta fuera escalable. Los más haraganes pueden viajar en helicóptero hasta la cima de Pahia para luego bajar a pie por sus laderas.
Los románticos empedernidos estarán de parabienes: en todos los hoteles se puede contratar un viaje para dos, a cualquiera de los islotes sobre la barrera de coral, para gozar de una total soledad entre palmeras; atmósfera ideal para un picnic acompañado de vino francés y alguno de los bocadillos típicos de la Polinesia. También se pueden alquilar caballos en alguno délos ranchos de la zona a una cabalgata bajo la luz una.
La laguna que se forma entre la isla y estos islotes tiene una temperatura promedio anual de 28°C y sus aguas son tan cristalinas, que ninguno de los hoteles aquí instalados se molesta en contar con una piscina entre sus comodidades. Al sumergirnos en ella, una sensación de ingravidez total nos sobrecoge; es como si estuviéramos flotando en medio del espacio, rodeados de un mar apenas perceptible a la vista por su transparencia, pero que forma una gran mancha color turquesa.
En este mágico momento aparece un cardumen de peces multicolores que nos envuelve como si fuera una nube, para dejarnos sorpresivamente frente a una brillante pared de corales y esponjas marinas. Son los Jardines de Coral, al sudeste, considerados como el mejor sitio para practicar el snorkel en estas costas. En Bora Bora se organizan excursiones de buceo para nadar junto a las mantarrayas y tiburones grises que pueblan la i. Los buceadores más avezados, en busca de adrenalina, pueden realizar esta misma acrividad durante la noche.
La exquisita playa púniu Pointe Matira tiene el privilegio de ser la meta final de la regata de canoas Hawaiki Nui Va'a. Año tras año, competidores de más de 20 países participan de esta carrera internacional de tres días de duración. Los 100 equipos en pugna recorren 130km de océano abierto entre las islas de Huahine, Raiatea, Tahaa y Bora Bora, en un acontecimiento que combina técnicas antiguas con modernas.
La isla en sí es pequeña y se la puede recorrer en auto en una hora. Si prefiere sentir el viento en la cara, algunas de las agencias de alquiler de coches disponen de scooters. La escalada a la montaña Pahia proporciona una vista desde las alturas que solo sería superada por la de la montaña Otemanu, si esta fuera escalable. Los más haraganes pueden viajar en helicóptero hasta la cima de Pahia para luego bajar a pie por sus laderas.
Los románticos empedernidos estarán de parabienes: en todos los hoteles se puede contratar un viaje para dos, a cualquiera de los islotes sobre la barrera de coral, para gozar de una total soledad entre palmeras; atmósfera ideal para un picnic acompañado de vino francés y alguno de los bocadillos típicos de la Polinesia. También se pueden alquilar caballos en alguno délos ranchos de la zona a una cabalgata bajo la luz una.