Varias Bahías dentro de Bahía: la multifacética cara de la cultura y de las riquezas naturales de esta tierra de todos los santos, de todos los dioses.
Son retratos de peregrinos de Bom Jesús da Lapa y de Monte Santo; de las playas del litoral sur del estado; del Carnaval de Salvador -de sus comparsas y tríos-; de la belleza natural de Chapada Diamantina; de la diversidad folclórica de las ciudades del sertao baiano-, de Rio Sao Francisco con sus leyendas y premoniciones. Nordeste de carnaval, de templos barrocos, de orixás.
Calendario, reloj, altura del sol... nada de eso importa. A toda hora el bahiano sale a las calles para bailar, cantar y conmemorar sus privilegios naturales. En la tierra de todos los santos, todo el mundo se entrega al axé. Luciana cierra los ojos y se mueve. Cadenciosamente. Sabe que su cintura luce bien y la menea con la desenvoltura de quienes han nacido acá.
Parece ida, en trance: con los brazos en alto, la boca semiabierta y un pelo largo, negro y crespo, que cada tanto se arregla provocativamente. Luciana, que aparenta 20 años, me recuerda a Sonia Braga en Gabriela. Baila muy cerca, a menos de un metro. Y huele bien. Aveces mira fijo, sonríe, pero rápidamente vuelve a lo suyo: cierra los ojos, sube los brazos y otra vez a deslizarse en el ritmo de tambores. Esto es Brasil, por si alguien lo ha olvidado.
Es decir, el país que ha formado toda una industria, todo un imperio turístico sobre la base de argumentos tan contrapuestos como complementarios: la fiesta, la historia y el descanso.
Bahía es única en sus muchos encantos. En las creencias, gestos y musicalidad de su gente. En los aromas fuertes de su comida muy condimentada. En la exuberante naturaleza de sus lOOOkm. de playas. En sus iglesias, museos y monumentos, que son testigos de más de 500 años de historia.
Todo esto sirvió de inspiración y escenario para los libros de Jorge Amado, su escritor más famoso, que retratan con perfección a este conjunto casi fantástico. Llegué en un momento muy especial: pocos días después de la muerte de Jorge Amado, rey de este lugar tan rico.
Son retratos de peregrinos de Bom Jesús da Lapa y de Monte Santo; de las playas del litoral sur del estado; del Carnaval de Salvador -de sus comparsas y tríos-; de la belleza natural de Chapada Diamantina; de la diversidad folclórica de las ciudades del sertao baiano-, de Rio Sao Francisco con sus leyendas y premoniciones. Nordeste de carnaval, de templos barrocos, de orixás.
Calendario, reloj, altura del sol... nada de eso importa. A toda hora el bahiano sale a las calles para bailar, cantar y conmemorar sus privilegios naturales. En la tierra de todos los santos, todo el mundo se entrega al axé. Luciana cierra los ojos y se mueve. Cadenciosamente. Sabe que su cintura luce bien y la menea con la desenvoltura de quienes han nacido acá.
Parece ida, en trance: con los brazos en alto, la boca semiabierta y un pelo largo, negro y crespo, que cada tanto se arregla provocativamente. Luciana, que aparenta 20 años, me recuerda a Sonia Braga en Gabriela. Baila muy cerca, a menos de un metro. Y huele bien. Aveces mira fijo, sonríe, pero rápidamente vuelve a lo suyo: cierra los ojos, sube los brazos y otra vez a deslizarse en el ritmo de tambores. Esto es Brasil, por si alguien lo ha olvidado.
Es decir, el país que ha formado toda una industria, todo un imperio turístico sobre la base de argumentos tan contrapuestos como complementarios: la fiesta, la historia y el descanso.
Bahía es única en sus muchos encantos. En las creencias, gestos y musicalidad de su gente. En los aromas fuertes de su comida muy condimentada. En la exuberante naturaleza de sus lOOOkm. de playas. En sus iglesias, museos y monumentos, que son testigos de más de 500 años de historia.
Todo esto sirvió de inspiración y escenario para los libros de Jorge Amado, su escritor más famoso, que retratan con perfección a este conjunto casi fantástico. Llegué en un momento muy especial: pocos días después de la muerte de Jorge Amado, rey de este lugar tan rico.