Fiordos, ríos, valles, y glaciares bañados por el curioso sol de medianoche y adornados con leyendas vikingas, hacen de Escandinavia un mundo de fantasías inolvidables.
El vuelo de Finnair aterriza puntualmente en Helsinki, la capital finlandesa que guarda sus tesoros históricos en la intimidad nocturna. Una vez desayunados, el paseo matutino por La Ciudad Blanca del Norte se inicia en la Iglesia Ortodoxa de la Trinidad y nos lleva hasta la Plaza del Senado y la Iglesia Luterana de Toumiorirkko.
Al caer la tarde, nos dirigimos al puerto para abordar el crucero de la Viking Line a Estocolmo. Bajo la noche estrellada, la nave se desliza buscando su paso entre las más de 24.000 islas que se extienden frente a las costas suecas y finlandesas.
La mañana fresca pero clara nos brinda una hermosa postal de la capital sueca a orillas del lago Malaren, asentada sobre 14 islas unidas entre sí por hermosos puentes.
Es verano y los suecos se vuelcan a los espacios públicos y cafés al aire libre. Visitamos el Museo Folclórico, el Museo del Barco, la Isla de Skansen y el Museo de Arte Moderno. El barrio antiguo de Cambia Stand nos sumerge en la Edad Media con sus callecitas empedradas, edificios históricos, anticuarios, librerías de segunda mano, ferias de artesanos y antiquísimos bares.
El camino a Lillehammer atraviesa los más variados paisajes de la provincia sueca de Varmland, poblada por bosques y lagos de gran belleza. Ya en Noruega, el primer contacto con la tradición olímpica de estas comarcas tiene lugar en Hamar, a orillas del lago Mjosa. Allí se yergue el pabellón olímpico con su curiosa arquitectura, que imita a un barco vikingo invertido.
El vuelo de Finnair aterriza puntualmente en Helsinki, la capital finlandesa que guarda sus tesoros históricos en la intimidad nocturna. Una vez desayunados, el paseo matutino por La Ciudad Blanca del Norte se inicia en la Iglesia Ortodoxa de la Trinidad y nos lleva hasta la Plaza del Senado y la Iglesia Luterana de Toumiorirkko.
Al caer la tarde, nos dirigimos al puerto para abordar el crucero de la Viking Line a Estocolmo. Bajo la noche estrellada, la nave se desliza buscando su paso entre las más de 24.000 islas que se extienden frente a las costas suecas y finlandesas.
La mañana fresca pero clara nos brinda una hermosa postal de la capital sueca a orillas del lago Malaren, asentada sobre 14 islas unidas entre sí por hermosos puentes.
Es verano y los suecos se vuelcan a los espacios públicos y cafés al aire libre. Visitamos el Museo Folclórico, el Museo del Barco, la Isla de Skansen y el Museo de Arte Moderno. El barrio antiguo de Cambia Stand nos sumerge en la Edad Media con sus callecitas empedradas, edificios históricos, anticuarios, librerías de segunda mano, ferias de artesanos y antiquísimos bares.
El camino a Lillehammer atraviesa los más variados paisajes de la provincia sueca de Varmland, poblada por bosques y lagos de gran belleza. Ya en Noruega, el primer contacto con la tradición olímpica de estas comarcas tiene lugar en Hamar, a orillas del lago Mjosa. Allí se yergue el pabellón olímpico con su curiosa arquitectura, que imita a un barco vikingo invertido.
