Cada noche los pescadores llegan hasta estos galpones para descargar la pesca del día; luego, las mujeres se encargan de organizar la venta: langostas, mejillones, camarones, ostras y quisquillas sostienen el crecimiento de la economía isleña.
Con los mariscos se prepara una de las sabrosas costumbres de los chilotas: el curanto en hoyo. Elaborado con frutos del mar, se le agrega papas y carne de chancho.
La preparación de esta comida es muy particular. Se hace en la tierra un hoyo de un metro de diámetro y unos 50 centímetros de profundidad, y mediante brasas, se calienta unas cuantas piedras allí colocadas. Una vez calientes, se tapa la excavación con chapas, se incorpora los ingredientes, se cubre todo con hojas de nalca (típica de la zona) y se deja cocinar durante una hora. Después, los visitantes con más curiosidad que hambre disfrutarán de uno de los platos más sabrosos de Chile.
Como el mito de la Pincoya, en Chiloé perduran y gravitan distintas creencias en la vida de sus habitantes. Cuando los pescadores salen a navegar saben que pueden encontrarse con el Caleuche, un barco fantasma tripulado por locos que surca las aguas de la isla. El mito afirma que si los navegantes se topan con la misteriosa nave enloquecerán.
El Millalobo habita en las profundidades del mar. Mitad hombre y mitad lobo marino, este animal acuático es el amo y señor de todos los mares, comparable con Neptuno en la mitología griega. El Millalobo es el padre de la Pincoya. Cuentan los relatos que todos los mariscos y peces son sembrados por esta sirena, que sale del océano a danzar en las playas. Si baila mirando hacia el mar la pesca será abundante, en cambio, si lo hace con el rostro hacia la tierra habrá escasez y los pescadores tendrán que buscar alimentos en playas y aguas más lejanas.
Otro sitio de interés se encuentra 28 km al sur de Ancud, en Puñihuil, una formación volcánica de rocas e islotes donde conviven los pingüinos de Humboldt y de Magallanes, único lugar del mundo donde se reproducen estas dos especies juntas. La visita se puede hacer durante todo el año e incluye la inolvidable experiencia de navegar en los botes ar-tesanales de los pescadores cuya estructura responde exactamente a la particularidad del oleaje.
Con los mariscos se prepara una de las sabrosas costumbres de los chilotas: el curanto en hoyo. Elaborado con frutos del mar, se le agrega papas y carne de chancho.
La preparación de esta comida es muy particular. Se hace en la tierra un hoyo de un metro de diámetro y unos 50 centímetros de profundidad, y mediante brasas, se calienta unas cuantas piedras allí colocadas. Una vez calientes, se tapa la excavación con chapas, se incorpora los ingredientes, se cubre todo con hojas de nalca (típica de la zona) y se deja cocinar durante una hora. Después, los visitantes con más curiosidad que hambre disfrutarán de uno de los platos más sabrosos de Chile.
Como el mito de la Pincoya, en Chiloé perduran y gravitan distintas creencias en la vida de sus habitantes. Cuando los pescadores salen a navegar saben que pueden encontrarse con el Caleuche, un barco fantasma tripulado por locos que surca las aguas de la isla. El mito afirma que si los navegantes se topan con la misteriosa nave enloquecerán.
El Millalobo habita en las profundidades del mar. Mitad hombre y mitad lobo marino, este animal acuático es el amo y señor de todos los mares, comparable con Neptuno en la mitología griega. El Millalobo es el padre de la Pincoya. Cuentan los relatos que todos los mariscos y peces son sembrados por esta sirena, que sale del océano a danzar en las playas. Si baila mirando hacia el mar la pesca será abundante, en cambio, si lo hace con el rostro hacia la tierra habrá escasez y los pescadores tendrán que buscar alimentos en playas y aguas más lejanas.
Otro sitio de interés se encuentra 28 km al sur de Ancud, en Puñihuil, una formación volcánica de rocas e islotes donde conviven los pingüinos de Humboldt y de Magallanes, único lugar del mundo donde se reproducen estas dos especies juntas. La visita se puede hacer durante todo el año e incluye la inolvidable experiencia de navegar en los botes ar-tesanales de los pescadores cuya estructura responde exactamente a la particularidad del oleaje.
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