Vía Dolorosa
La Vía Dolorosa, con sus catorce estaciones, marca el camino de la Cruz que conduce al Calvario. Es mejor empezar desde la Puerta de los Leones (o de las Panteras) y que los cristianos conocen como Puerta de San Esteban, porque se dice que el santo mártir fue apedreado hasta la muerte en ese mismo lugar.
Justo frente a la plaza está la iglesia de Santa Ana, construida por los cruzados sobre las ruinas de una iglesia bizantina para conmemorar el lugar en que, según la tradición, santa Ana dio a luz a la Virgen María; el sitio justo del nacimiento está indicado expresamente en la cripta. El estanque de Bethesda recuerda el lugar donde Jesús milagrosamente dio poderes curativos al agua.
La iglesia del Santo Sepulcro que vemos hoy fue construida por los cruzados y constituye uno de los edificios más antiguos de lerusalén que permanecen aún en pie. Para los peregrinos cristianos de Occidente que llegan por primera vez, la iglesia conserva la atmósfera exótica, muy oriental, de los últimos ochocientos años.
Seis iglesias cristianas son copropietarias del Santo Sepulcro: Católica Romana, Ortodoxa Griega, Armenia, Siria, Copta y Etíope. El resultado es un conjunto de confesiones, canciones, rezos individuales, peregrinos en la tumba de Cristo, visitantes que se arrodillan y besan la piedra que conmemora el lavado del cuerpo de Jesús.
La época más fascinante para visitar la iglesia es durante la celebración griega de Semana Santa. En la víspera del Domingo de Pascua, el Fuego Santo desciende desde el cielo a la capilla del Santo Sepulcro.
Miles de peregrinos de todas partes del mundo se reúnen para encender sus velas en la llama que, según la piadosa tradición, brota del Sepulcro de Cristo. Al dejar la plaza de la iglesia del Santo Sepulcro, al sureste, una elegante torre forma parte de la iglesia del Redentor; desde su campanario se aprecia la Ciudad Antigua como en pocos lugares.
La Vía Dolorosa, con sus catorce estaciones, marca el camino de la Cruz que conduce al Calvario. Es mejor empezar desde la Puerta de los Leones (o de las Panteras) y que los cristianos conocen como Puerta de San Esteban, porque se dice que el santo mártir fue apedreado hasta la muerte en ese mismo lugar.
Justo frente a la plaza está la iglesia de Santa Ana, construida por los cruzados sobre las ruinas de una iglesia bizantina para conmemorar el lugar en que, según la tradición, santa Ana dio a luz a la Virgen María; el sitio justo del nacimiento está indicado expresamente en la cripta. El estanque de Bethesda recuerda el lugar donde Jesús milagrosamente dio poderes curativos al agua.
La iglesia del Santo Sepulcro que vemos hoy fue construida por los cruzados y constituye uno de los edificios más antiguos de lerusalén que permanecen aún en pie. Para los peregrinos cristianos de Occidente que llegan por primera vez, la iglesia conserva la atmósfera exótica, muy oriental, de los últimos ochocientos años.
Seis iglesias cristianas son copropietarias del Santo Sepulcro: Católica Romana, Ortodoxa Griega, Armenia, Siria, Copta y Etíope. El resultado es un conjunto de confesiones, canciones, rezos individuales, peregrinos en la tumba de Cristo, visitantes que se arrodillan y besan la piedra que conmemora el lavado del cuerpo de Jesús.
La época más fascinante para visitar la iglesia es durante la celebración griega de Semana Santa. En la víspera del Domingo de Pascua, el Fuego Santo desciende desde el cielo a la capilla del Santo Sepulcro.
Miles de peregrinos de todas partes del mundo se reúnen para encender sus velas en la llama que, según la piadosa tradición, brota del Sepulcro de Cristo. Al dejar la plaza de la iglesia del Santo Sepulcro, al sureste, una elegante torre forma parte de la iglesia del Redentor; desde su campanario se aprecia la Ciudad Antigua como en pocos lugares.
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