La Semana Santa de Sevilla es la más popular y multitudinaria de España, donde se mezcla a cada paso llanto y risa, saetas y silencio. Desde el Domingo de Ramos al de Resurrección desfilan por las calles de la ciudad 56 cofradías, que logran su punto más alto en las procesiones de Viernes Santo, conocidas popularmente como La Madruga.
Las saetas, oración y quejío, así como los costaleros y su caminar de rodillas, levantan auténticas oleadas de pasión entre los fieles y de admiración entre los millares de turistas que invaden la ciudad. Todas las procesiones desfilan por la carrera oficial donde se pueden alquilar sillas para contemplar cómodamente el espectáculo, que se anuncia a diario con horario y recorrido.
El viajero que se decida por Sevilla como destino debe tomar la precaución de llegar temprano el Domingo de Ramos, porque a las 13 y 30 comienza la fiesta en el barrio del Porvenir, con la salida de los nazarenos de la Hermandad de la Paz. Desde ese momento las salidas se suceden, con desfiles de imágenes de tamaño natural vestidas con mantos finamente bordados.
Los nazarenos o miembros de las cofradías están uniformados de pies a cabeza, dejando solo sus ojos al descubierto. Algún visitante puede quedar impresionado por el atuendo, largas túnicas y capas que imitan las vestiduras de Cristo en su vía crucis, rema tadas con un bonete en punta llamado ca piróte, que sustituye la corona de espinas.
Cada cofradía elige el color de vestimenta que distingue a sus miembros. En Sevilla hay lágrimas que conmueven y hay otras que quedan adheridas al rostro. De estas últimas las más famosas son las de la Virgen de la Macarena, que cuando es sacada en procesión por la calles de la ciudad en la noche del Jueves Santo recibe a cada paso el grito de "¡Guapa!".
Desde la iglesia barroca que la alberga, la Basílica de la Macarena, sobre un paso de filigrana de plata cubierto de flores y velas blancas, la imagen de la Virgen cruza la ciudad rumbo a la catedral.
Las saetas, oración y quejío, así como los costaleros y su caminar de rodillas, levantan auténticas oleadas de pasión entre los fieles y de admiración entre los millares de turistas que invaden la ciudad. Todas las procesiones desfilan por la carrera oficial donde se pueden alquilar sillas para contemplar cómodamente el espectáculo, que se anuncia a diario con horario y recorrido.
El viajero que se decida por Sevilla como destino debe tomar la precaución de llegar temprano el Domingo de Ramos, porque a las 13 y 30 comienza la fiesta en el barrio del Porvenir, con la salida de los nazarenos de la Hermandad de la Paz. Desde ese momento las salidas se suceden, con desfiles de imágenes de tamaño natural vestidas con mantos finamente bordados.
Los nazarenos o miembros de las cofradías están uniformados de pies a cabeza, dejando solo sus ojos al descubierto. Algún visitante puede quedar impresionado por el atuendo, largas túnicas y capas que imitan las vestiduras de Cristo en su vía crucis, rema tadas con un bonete en punta llamado ca piróte, que sustituye la corona de espinas.
Cada cofradía elige el color de vestimenta que distingue a sus miembros. En Sevilla hay lágrimas que conmueven y hay otras que quedan adheridas al rostro. De estas últimas las más famosas son las de la Virgen de la Macarena, que cuando es sacada en procesión por la calles de la ciudad en la noche del Jueves Santo recibe a cada paso el grito de "¡Guapa!".
Desde la iglesia barroca que la alberga, la Basílica de la Macarena, sobre un paso de filigrana de plata cubierto de flores y velas blancas, la imagen de la Virgen cruza la ciudad rumbo a la catedral.
No hay comentarios:
Publicar un comentario