Llegar a la Piazza della Rotonda es encontrarse con numerosos cafés al aire libre; el murmullo de la fuente hace de este rincón un lugar de descanso apetecible.
En el entramado de estrechas calles puede resultar difícil darse cuenta de cuan cerca están algunos de los mayores tesoros de Roma: la magnífica colección de arte del Palazzo Doria Pamphilj y el esplendor barroco de II Ge-sú se hallan a tan solo unos minutos a pie. Por la noche hay siempre un agradable barullo producido por la gente que sale a cenar, tomar café o saborear los helados por los que esta zona es famosa.
No hay otra plaza más teatral en Roma que Piazza Navona. Día y noche se desarrolla siempre algún tipo de actividad en el área peatonal, alrededor de sus tres magníficas fuentes. El barroco también está representado en muchas iglesias de la zona. Para descubrir Roma antigua, camine por Via del Gobernó Vecchio y admire las fachadas de los edificios renacentistas; no deje de curiosear en las fascinantes tiendas de antigüedades.
El Campo dei Fiori, antaño una pradera, ocupa el espacio abierto frente al Teatro de Pompeya. Cardenales y nobles solían mez,-clarse con vendedores de pescado y extranjeros en la plaza de! mercado, convirtiéndola en uno de los rincones más animados de la Roma medieval y renacentista. Hoy este vistoso mercado conserva gran parte de su atmósfera tradicional y hace de esta plaza una de las más animadas de Roma. Durante el día hay bellos edificios que admirar, aunque pocos están abiertos al público.
Dos excepciones: el Piccola Farnesina, con su colección de estatuas clásicas, y el Palazzo Spada, que alberga importantes pinturas.
La red de callejuelas que separa Piazza Spagna de la Via del Corso constituye en sí una de las zonas más animadas de la ciudad, cuyos elegantes comercios atraen tanto a turistas como a romanos. En el siglo XVIII esta área estaba llena de hoteles para aristócratas ingleses en gira por Europa, y también para artistas, escritores y compositores, interesados en la cultura y la historia de Roma.
Durante casi tres siglos esta plaza, con su curiosa Fontana della Barcaccia, ha sido el principal punto de encuentro de los visitantes; curvilínea, está rodeada de altas casas pintadas en tonos ocres, cremas y rojizos. Antiguamente las escaleras de Piazza Spagna eran punto de reunión de modelos, que buscaban atraer la atención de algún pintor adinerado. Hoy constituyen un lugar muy concurrido, donde es costumbre sentarse a escribir postales, tomar fotografías, charlar o simplemente ver pasar a la gente.
En el entramado de estrechas calles puede resultar difícil darse cuenta de cuan cerca están algunos de los mayores tesoros de Roma: la magnífica colección de arte del Palazzo Doria Pamphilj y el esplendor barroco de II Ge-sú se hallan a tan solo unos minutos a pie. Por la noche hay siempre un agradable barullo producido por la gente que sale a cenar, tomar café o saborear los helados por los que esta zona es famosa.
No hay otra plaza más teatral en Roma que Piazza Navona. Día y noche se desarrolla siempre algún tipo de actividad en el área peatonal, alrededor de sus tres magníficas fuentes. El barroco también está representado en muchas iglesias de la zona. Para descubrir Roma antigua, camine por Via del Gobernó Vecchio y admire las fachadas de los edificios renacentistas; no deje de curiosear en las fascinantes tiendas de antigüedades.
El Campo dei Fiori, antaño una pradera, ocupa el espacio abierto frente al Teatro de Pompeya. Cardenales y nobles solían mez,-clarse con vendedores de pescado y extranjeros en la plaza de! mercado, convirtiéndola en uno de los rincones más animados de la Roma medieval y renacentista. Hoy este vistoso mercado conserva gran parte de su atmósfera tradicional y hace de esta plaza una de las más animadas de Roma. Durante el día hay bellos edificios que admirar, aunque pocos están abiertos al público.
Dos excepciones: el Piccola Farnesina, con su colección de estatuas clásicas, y el Palazzo Spada, que alberga importantes pinturas.
La red de callejuelas que separa Piazza Spagna de la Via del Corso constituye en sí una de las zonas más animadas de la ciudad, cuyos elegantes comercios atraen tanto a turistas como a romanos. En el siglo XVIII esta área estaba llena de hoteles para aristócratas ingleses en gira por Europa, y también para artistas, escritores y compositores, interesados en la cultura y la historia de Roma.
Durante casi tres siglos esta plaza, con su curiosa Fontana della Barcaccia, ha sido el principal punto de encuentro de los visitantes; curvilínea, está rodeada de altas casas pintadas en tonos ocres, cremas y rojizos. Antiguamente las escaleras de Piazza Spagna eran punto de reunión de modelos, que buscaban atraer la atención de algún pintor adinerado. Hoy constituyen un lugar muy concurrido, donde es costumbre sentarse a escribir postales, tomar fotografías, charlar o simplemente ver pasar a la gente.