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Guía turística en Kenia

Viajar por Kenia requiere de todas las cosas que uno normalmente lleva cuando parte de viaje . Sin embargo, hay consejos que siempre viene...

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lunes, 14 de febrero de 2011

Laberintos Naturales y Desiertos Salvajes


Laberinto natural
En rigor, esta región no es una isla sino dos, unidas por vez a recorrer el parque. Desde la parte más amplia de la laguna, nuestro guía nos señala un monumento natural cuyo nombre hace sonreír por lo bajo a más de uno: Las Tetas de María Guevara, un par de cerros con forma de busto de mujer, bautizado así en honor a una luchadora cumanesa que vivió en la isla.

El motor disminuye su marcha y la barca se pierde en canales que, como si fueran calles, desembocan en "plazas" con árboles en cuyas copas descansan los pelícanos. Al adentrarse en lugares más y más frondosos, con seductores nombres como "Túnel de los enamorados" o "Canal de mis amores", la luz del sol titila y la transparencia de las aguas abre un nuevo panorama.

Durante todo el recorrido, carteles de madera explican aspectos trascendentes de la fauna y flora que se observa. El momento más especial del viaje se produce cuando el guía detiene la embarcación y, sumergiendo la mano entre las raíces, extrae una estrella de mar de un inusual color rojo que, por un segundo, los visitantes pueden sostener en sus manos antes de devolverla a su habitat natural.

Desierto salvajes
Cruzando el puente que los margariteños en son de broma llaman "el Golden Gate", quedan atrás los manglares y se abre paso un paisaje más árido, imponente y virgen: la Península de Macanao. Los cactus de todo tipo y tamaño, enraizados en la tierra rojiza llegan hasta el borde mismo de una ininterrumpida franja de arena bañada por aguas turquesas. En el centro, la tríada de los cerros Macanao, Campanario y Soledad vigilan las bahías desde cualquier punto de la península.

La primera parada para quienes recorren esta zona suele ser Boca de Río, un plácido pueblo que sería uno de tantos de los que abundan por estos lares, si no fuese por su Museo Marítimo: una visita ineludible que ofrece una panorámica completa de las especies que habitan estas latitudes, y muestras con elementos relativos al oficio de la pesca.

No deje el museo sin haberse detenido frente al esqueleto de la ballena sardinera, a las réplicas ar-tesanales de los barcos pesqueros o al acuario.

En Macanao la naturaleza da rienda suelta a sus formas, texturas y colores, por lo cual sus playas son las más lindas y despobladas del territorio. Si quiere caminar entre estrellas de mar, observar a los cangrejos ermitaños y comer como los dioses, deténgase en Punta Arenas... no se va a arrepentir.