Plaza de la Constitución. Situada frente a la entrada principal del palacio de Gobierno "La Moneda", está rodeada de imponentes edificios en el llamado "barrio cívico" de Santiago. Cada dos días se puede apreciar el cambio de Guardia de Palacio, efectuado por Carabineros de Chile. En su costado norte, se hallan los monumentos en honor a los presidentes Jorge Alessandri Rodríguez y Eduardo Frei Montalva.
Para los de ánimo consumista, el Parque Arauco está justo al lado con tres tiendas: Falabella, Tiendas París y Ripley, además de Show Case y una serie de locales con buenos precios y la comodidad de tener todo a mano. Nada que ver con las boutiques de Alonso de Córdova -así, con v corta- y Nueva Costanera, que concentran en una docena de cuadras el último grito de la moda y la decoración. Etiquetas de lujo y precios ídem, en locales que rezuman gracia y refinamiento. Muchas de estas boutiques nacieron en Providencia y a principios de los '90 se mudaron a la calle Presidente Riesco.
Pero en los últimos cinco años, de la mano del Hyatt, el gran precursor de la zona, empezaron a instalarse en el eje formado por ambas avenidas. Sin la comodidad del aire acondicionado central, pero con todo el encanto de los barrios residenciales, las tiendas funcionan en casas particulares ambientadas para ofrecer ropa, muebles, telas, tapices, joyas, artesanías y hasta delikatessen.
Aunque no piense en comprar nada es un placer ver vidrieras y entrar a tomar un café en Esserre, la tienda de dos pisos con bar incorporado donde Nicole Rosenberg vende ropa -Gaultier, Moschino, Armani, Marithé & Fran-gois Girbaud- desde hace más de cuatro años.
Los restaurantes proli-feran en una divertida variedad que básicamente se reparte en tres grupos: los de Be-llavista, los de Providencia y los de Borde río, especie de Puerto Madero que se asoma al Mapocho con terrazas y un patio interior. Propuesta interesante y nada acartonada con la ventaja de que no cierra los domingos de noche.
Apunte cuatro variantes, siempre en Borde-río, que no probé pero me recomendaron: Eí Otro Sitio, con la mejor vista del Mapocho y los mariscos, pescados y otros manjares con acento peruano que Emilio Peschiera supo imponer en su local de Bellavista; La Tabla, para comer carnes a la parrilla o asadas a la llama; el Ibérico, también con buenos mariscos y carta obviamente española; y La Cava del Río, bar de vinos con cocina a la vista, donde se nota la mano de Pablo Morandé en la selección de 300 etiquetas, champagne incluido. Bellavista y Providencia son más adecuados para la noche -si es viernes o sábado mejor- y lo bueno es deambular de un boliche a otro.
El Mercado Central sigue siendo un imperdible, sobre todo para almorzar. Esta gran estructura metálica de hierro galvanizado, embellecida con motivos decorativos, fue fundida en Inglaterra según diseño de Manuel Aldunate y en 1868 se llevó a cabo su montaje y construcción de este edificio. En sus locales interiores se puede degustar mariscos y platos típicos, como también adquirir objetos de artesanía en mimbre y greda. Lo mejor: el chupe de locos, el pastel de jaivas y la generosa porción de ostras chicas.
Para los de ánimo consumista, el Parque Arauco está justo al lado con tres tiendas: Falabella, Tiendas París y Ripley, además de Show Case y una serie de locales con buenos precios y la comodidad de tener todo a mano. Nada que ver con las boutiques de Alonso de Córdova -así, con v corta- y Nueva Costanera, que concentran en una docena de cuadras el último grito de la moda y la decoración. Etiquetas de lujo y precios ídem, en locales que rezuman gracia y refinamiento. Muchas de estas boutiques nacieron en Providencia y a principios de los '90 se mudaron a la calle Presidente Riesco.
Pero en los últimos cinco años, de la mano del Hyatt, el gran precursor de la zona, empezaron a instalarse en el eje formado por ambas avenidas. Sin la comodidad del aire acondicionado central, pero con todo el encanto de los barrios residenciales, las tiendas funcionan en casas particulares ambientadas para ofrecer ropa, muebles, telas, tapices, joyas, artesanías y hasta delikatessen.
Aunque no piense en comprar nada es un placer ver vidrieras y entrar a tomar un café en Esserre, la tienda de dos pisos con bar incorporado donde Nicole Rosenberg vende ropa -Gaultier, Moschino, Armani, Marithé & Fran-gois Girbaud- desde hace más de cuatro años.
Los restaurantes proli-feran en una divertida variedad que básicamente se reparte en tres grupos: los de Be-llavista, los de Providencia y los de Borde río, especie de Puerto Madero que se asoma al Mapocho con terrazas y un patio interior. Propuesta interesante y nada acartonada con la ventaja de que no cierra los domingos de noche.
Apunte cuatro variantes, siempre en Borde-río, que no probé pero me recomendaron: Eí Otro Sitio, con la mejor vista del Mapocho y los mariscos, pescados y otros manjares con acento peruano que Emilio Peschiera supo imponer en su local de Bellavista; La Tabla, para comer carnes a la parrilla o asadas a la llama; el Ibérico, también con buenos mariscos y carta obviamente española; y La Cava del Río, bar de vinos con cocina a la vista, donde se nota la mano de Pablo Morandé en la selección de 300 etiquetas, champagne incluido. Bellavista y Providencia son más adecuados para la noche -si es viernes o sábado mejor- y lo bueno es deambular de un boliche a otro.
El Mercado Central sigue siendo un imperdible, sobre todo para almorzar. Esta gran estructura metálica de hierro galvanizado, embellecida con motivos decorativos, fue fundida en Inglaterra según diseño de Manuel Aldunate y en 1868 se llevó a cabo su montaje y construcción de este edificio. En sus locales interiores se puede degustar mariscos y platos típicos, como también adquirir objetos de artesanía en mimbre y greda. Lo mejor: el chupe de locos, el pastel de jaivas y la generosa porción de ostras chicas.
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