Baalbeck

Ningún visitante puede partir de esta tierra sin notar los vestigios que el mundo romano ha dejado en ella. Por ejemplo, la ciudad de Baalbeck-situada 85km al este de Beirut- permite admirar sus templos dedicados a Júpiter, Baco y Venus, construidos entre los siglos I y III a.C.

Este complejo, erigido para el culto, está formado por tres monumentos principales: el santuario de Júpiter, el templo dedicado a Baco y otro, circular, conocido como el templo de Venus; este último transformado en la época bizantina en una iglesia dedicada a Santa Bárbara, patrona de la ciudad.

En este marco arquitectónico se lleva a cabo cada año el prestigioso Festival de Baalbeck, en el que los mejores intérpretes mundiales, de diferentes géneros musicales prestigian, con su arte, a estos lugares, que son significativos trozos de historia.

Frente a la acrópolis se levanta también la Gran Mezquita, construida por la dinastía de los Omeya (siglos VII y VIII) sobre el lugar que antes ocupara el foro romano; allí se emplaza una iglesia bizantina dedicada a San Juan, que posee un minarete cuadrado construido con material que formaba parte de ruinas de otras épocas.

Si quiere verse como un verdadero árabe, compre a los vendedores que se encuentran en las cercanías una abala -túnica típica-y el kaffieh -el pañuelo y el aro que lo sostiene-

Beirut

La primera impresión que ofrece esta capital mediterránea es la de ser una ciudad muy activa, agitada, y con un espíritu de reconstrucción .admirable. Ya casi no quedan rastros de los días tristes de Beirut. Es curioso mirar los rostros de su gente: están llenos de alegría.

Adéntrese en Beirut a pie con un buen plano, pronto para dejarse envolver con sus olores, su música y ese misterio que le es tan peculiar. Caminar por sus calles, mezclarse entre la gente, escurrirse entre mercados y ferias callejeras, dejarse invadir por los sonidos de la música oriental, es transportarse a los versos que alguna vez leímos en Las Mil y una Noches.

Por el idioma no se preocupe, los libaneses hablan perfectamente el inglés o el francés, y no se sorprenda si alguien también le habla en español.

En el centro de la ciudad Beirut nos regala sus principales atractivos turísticos: las Termas Romanas, El Gran Serrallo, antiguo cuartel militar construido por los otomanos, la Torre del Reloj, el Museo Nacional que contiene los tesoros arqueológicos del Líbano y el Museo Sursock de arte moderno.

Si quiere acercarse a la cultura musulmana, recorra las impresionantes mezquitas, como La Gran Mezquita de Al'Omari, la de Zawiyat Ibn Al-Araq, descubierta en 1991, la Mezquita del Emir Assaf, entre otras. Resulta especialmente interesante adentrarse en estos barrios durante el mes de Ramadán, mes de ayuno musulmán. La abstinencia va desde el alba hasta la caída del sol.

Es un tiempo de meditación y reflexión. Al atardecer, se reza en la mezquita, y se rompe el ayuno comiendo tres dátiles y un vaso de agua. Luego se cena normalmente.

Este país también se encuentra fuertemente ligado a la Biblia. Los autores del Antiguo Testamento inmortalizaron este panorama un tanto sobrenatural de los Montes del Líbano y Hermón con sus nieves eternas, y cantaron al aroma de sus cedros, en el libro de los Salmos y en el Cantar de los Cantares.

Sin ninguna duda, los rincones de Beirut descubren una ciudad fascinante, donde cada piedra, cada pared, tiene una historia para contarnos y hacernos reflexionar.