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Guía turística en Kenia

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domingo, 3 de abril de 2011

El Terruño (Uruguay) - Parte 2


Pasado el mediodía, al alejarse las excursiones hacia Colonia, la paz del campo se apodera de los huéspedes. Es el momento ideal para una caminata hacia un curioso edificio que se levanta en las inmediaciones y que, como todo en estos pagos, tiene su historia. Hace 6 años, un 19 de marzo (Día de San José) una tormenta eléctrica descargó su furia sobre "La Rueda", provocando un incendio de importantes dimensiones. La gente de El Terruño reconstruyó gran parte de lo dañado por el rayo.

Y además levantaron con sus propias manos una hermosa capilla de barro en honor a este santo.

Muy cerca, en un hermoso monte autóctono de talas y coronillas, suelen organizarse búsquedas del tesoro con los huéspedes más jóvenes; sin embargo, más de un adulto se suma al enterarse de que en la época de oro de la explotación de las canteras de granito azul, el tesorero de los trabajadores solía ocultar los jornales en la piedra hasta el día de paga.

El paseo en carreta nos acerca a los vestigios de lo que fuera la primera usina hidroeléctrica de Sudamérica, construida por Juan Luis Lacaze en 1886 para la explotación de las canteras.

En los restos del edificio y la pequeña presa se adivina el esplendor original del conjunto arquitectónico que "transporta" en la historia; tales son los efectos de la visita que garantiza -a quienes se animen por un estrecho y sombrío pasadizo bautizado "el túnel del tiempo"-un rejuvenecimiento de 10 años.

Atravesamos un hermoso espejo de agua flanqueado por cartuchos en flor en dirección al Altar del Indio, un grupo de rocas amontonadas que presentan rajaduras provocadas, según los locales, por el efecto de los rayos durante las tormentas eléctricas.

Se presume que este es un centro energético importante, además de haber oficiado como altar minuano, lo cual se desprende de la curiosa ubicación de una roca legendaria que hace equilibrio encima del promontorio.

La vuelta, como la ida, es toda una aventura que no hace más que ensalzar la osadía de quienes supieron tener a la carreta como único medio de transporte. Hoy, viajamos en ella en el tiempo y mientras el sol cae, tejemos historias de indios, pioneros y gauchos tan vividas que, para verlos, no necesitamos cerrar los ojos.

sábado, 2 de abril de 2011

El Terruño (Uruguay) - Parte 1


El Terruño tiene todos los condimentos para contar una de las historias más ricas de la región. Nacida de la visión de un inmigrante italiano enamorado del Uruguay y sus tradiciones camteras, y alimentada por la imaginación de sus sucesores, que sumaron atracciones como el "túnel del tiempo", o la "Virgen del Turismo", el campo acumula anécdotas que transitan el frágil límite entre la fantasía y la realidad.

Desde tiempos inmemoriales estas casi 360ha han sido lugar de encuentros, como el acontecido el 22 de junio de 1815, cuando el presbítero Dámaso Antonio Larrañaga hace el primer contacto con los indios minuanos. Raederas, puntas de flecha y raspadores testimonian el paso de la tribu por estas comarcas. Y como no podía ser de otra manera, resulta que El Terruño tiene en su haber un genuino altar indígena.

Con la promesa de disfrutar de esta y otras experiencias, acordamos un paseo en carreta luego del almuerzo, tradición muy arraigada en los Raffo desde hace tiempo; de hecho, un cartel del predio lo señala como "La Estancia de las Carretas".

Las instalaciones se dividen en dos: en primer lugar, el casco antiguo que alberga tres dormitorios tradicionales ambientados en el espíritu de principios del siglo pasado y la pulpería La Rueda, el epicentro del lugar.

Un promedio de 40 personas saborean un menú casero que incluye polenta, variedades de pastas, salsas, guiso, parrilla y ensaladas; de postre, pastelitos criollos acompañados de una tisana indígena cuya receta es guardada celosamente por Teresa, un verdadero personaje que lleva más de 20 años en el establecimiento.

La insignia de las carretas está omnipresente: las mesas son ruedas de carruajes apoyadas en una base y las ventanas interiores también reproducen el motivo cilindrico. Dos hermosas estufas a leña dan un ambiente cálido a este recinto que hace las veces de restaurante y estar.

La "segunda parte" se compone del puesto turístico del Mirador Minuano, a escasos 900m del casco principal. Allí es posible alojarse con tranquilidad garantizada: hay solo tres habitaciones y un pequeño lugar para desayunar.