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domingo, 5 de febrero de 2012

Guía turística en Guatemala


CÓMO LLEGAR:
La mayoría de las aerolíneas internacionales llegan a Ciudad de Guatemala y a Flores, haciendo escala en Estados Unidos.

ALOJAMIENTO:
En la Ciudad de Guatemala, Antigua, Co-bán, Chichicastenango, Esquipulas, Flores, Livingston, Panajachel, Quetzalte-nango, Huehuetenango y Tikal, el visitante no tendrá ninguna dificultad en encontrar, dentro de una amplia oferta, una habitación a su gusto y expectativas. Sin embargo, esta oferta se reduce de acuerdo a las características del lugar y, en sitios aislados, las condiciones de hospedaje son más bien austeras.

COMIDA:
La comida tradicional incluye frijoles, carnes y pollo, preparados en guisos condimentados con especias locales. Algunos de los platillos más solicitados por los guatemaltecos son los tamales quetzaltecos, el kakik (caldo de pavo picante), el y'ocón (pollo en salsa de tomate verde), el guacamol (puré de aguacate), el subanik (carnes de res, cerdo y pollo en salsa muy condimentada, cocidas al vapor) y la dulcería tradicional antigüeña entre muchas otras delicadezas.

MONEDA:
Quetzal.

IDIOMA:
Español.

TRANSPORTE:
Las principales ciudades están comunicadas por servicios de autobuses de primera y los lugares de mayor interés son servidos por microbuses turísticos. Sin embargo, el viajero independiente que desee visitar otros lugares interesantes dentro del país tendrá que utilizar los buses de segunda, cuya comodidad es limitada.

jueves, 29 de diciembre de 2011

Semana Santa en Guatemala


En los días previos a Semana Santa, Antigua se convierte en un escenario sumergido en el color: en las iglesias más importantes, las vigilias del Domingo de Ramos son interrumpidas por procesiones de hasta ochenta hombres, denominados cucurucheros, cargando en sus espaldas imágenes del siglo XVII1.

Antes del amanecer del Viernes Santo, guatemaltecos vestidos como soldados romanos cabalgan por las calles de Antigua anunciando la inminente muerte de Cristo.

Ya al amanecer, una procesión que transporta la imagen de Jesús parte de la Escuela de Cristo, camina sobre alfombras de efímero arte que se deshacen bajo el andar de miles de feligreses y se detiene frente a la cárcel estatal: dos prisioneros benditos por la suerte son elegidos para unirse a la procesión portando pesadas cruces de madera; después serán liberados.

El sincretismo de ritos mayas y tradiciones católicas encuentra su expresión más acabada en Chichecastenango, en Santiago Atitlán, dando lugar a una idiosincrasia propia, diferente de las que la originaron. La espiritualidad maya, antigua y mágica, de profunda fe en sus dioses, hoy manifiesta cierta tendencia monoteísta-, sus ritos, especialmente explicitados en Semana Santa, emocionan y conmueven.

Inserta en este clima, la ciudad confiere a quien la visita una percepción nueva, un agudo sentido de sí mismo del que no se en cuentra causa o explicación, pero vale la pena vivenciar.

En las grandes iglesias de Chichicastenango, los hombres ingresan por la puerta principal con las manos cargadas de pétalos de flores que expresan los temas que el visitante debe resolver con Dios. Una vez que ocupan su sitio en la nave central, iluminada con el resplandor de velas blancas, las mujeres, los niños y demás integrantes de la comunidad acceden por la puerta lateral.

Todos se arrodillan alrededor de un hombre, quien permanece de pie y comienza a hablar a voz en cuello con ese Dios a quien apela reclamando justicia y comprensión. Mientras esto sucede, el párroco de la iglesia enciende el incienso y la escena, ante los ojos profanos, se torna surrealista.

Los martes y viernes, habitantes de poblaciones vecinas llegan a comprar y vender telas, máscaras, juguetes, verduras y plantas. Bajo las improvisadas carpas del mercado se entrecruzan idiomas y vestimentas de todas las etnias de la zona.

La Semana Santa en Guatemala ofrece un sinfín de posibilidades para descubrir y disfrutar de lugares, vivencias y costumbres que se convierten en experiencias fascinantes grabadas en la memoria

domingo, 27 de noviembre de 2011

Guatemala y sus encantos



En el aeropuerto, representaciones del quetzal, el pájaro-símbolo del país, invitan a comenzar la aventura de recorrer Guatemala donde se entremezclan las culturas maya y española. La capital, rodeada en algunas zonas por antiquísimas ruinas, aún conserva espléndidos edificios del siglo XVII en adelante.

Entre estos testimonios de épocas pasadas se destaca la Catedral, completada en el año 1815, que alberga una extraordinaria colección de pinturas y figuras religiosas paseadas por las calles durante la Semana Santa.

Detrás de la Catedral se encuentra el Mercado popular, donde el visitante descubre las inesperadas artesanías del país del quetzal: cerámicas, canastas, juguetes, textiles de extraordinarios colores y dibujos, comidas elaboradas sobre la base del maíz, y postres: coyoles de miel, molletes, platanitos en mole, chancletas de güisque y bebidas tales como el atol de elote, fresco de chicha, rosa de lamaica y roncoco.

El tiempo se vuelve esquivo en Guatemala al tener que decidir entre ciudades, pueblos y montañas. Al alejarse el viajero de la capital se encuentra con descendientes de los mayas comunicándose en su antiguo idioma: sonidos guturales, difíciles de reproducir para quienes no hablan su lengua.

Raíces seculares afloran en rasgos asiáticos que recuerdan tantas teorías sobre lejanos orígenes. En general son de baja estatura y las mujeres visten maravillosas blusas y faldas multicolores bordadas a mano, con guardas y dibujos de diseños ancestrales; muestran, con orgullo, los tejidos fabricados por ellas mismas en telar de cintura, de uso cotidiano. Detalles de los vestidos identifican el origen de sus usuarios, sus pueblos de nacimiento, y poseen también múltiples significados mágicos y religiosos.

Durante la celebración de Semana Santa despliegan sus mejores ropajes adornados con collares, pulseras, aros y pectorales de diseños en apariencia posmodernos pero que son exponentes tradicionales de la estética maya. Antigua, la ciudad blanca, con sus característicos frisos de estuco, compite con Chichicas-tenango en la jerarquía de estas festividades; el contraste de la blancura de sus edificios con las alfombras de aserrín es provocativo.

La tradición comenzó en el siglo XVI, cuando las alfombras se confeccionaban con agujas de pino entrelazadas con flores; actualmente, los artistas despliegan su talento y creatividad en la vigilia del Viernes Santo, fabricándolas con flores frescas y aserrín, hoy más fino que el de otros tiempos, teñido artesanalmente con brillantes colores simbólicos que dibujan motivos religiosos mayas.