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domingo, 27 de febrero de 2011

La Isla de Pascuas


Sus primeros habitantes la llamaron Rapa Nui, hasta que en 1722 los europeos arribaron a sus costas un domingo de Pascuas y la rebautizaron. Desde ese momento, ha cautivado con su infinidad de misterios y riquezas arqueológicas.

Rapa Nui se pierde en la inmensidad del océano, tanto que parece estar más cerca del cielo que de tierra firme. Es un triángulo de apenas unos lóOknr, con un volcán en cada una de sus aristas. Parte de su encanto se lo da su origen volcánico, ya que lo viste de tonalidades ocres y amarillas.

En la isla más oriental de la Polinesia, y está tan aislada de otras tierras que sus nativos llegaron a creer que era la única civilización del mundo. Actualmente, los descendientes de esos habitantes originarios conforman el 70 por ciento de los poco menos de 3000 isleños. Esta escasa población vive principalmente en Hanga-Roa, capital y única ciudad de Isla de Pascua.

Tan bella como enigmática, todo en Rapa Nui esconde algún secreto. Pero de todos los misterios, sin dudas el mayor tiene que ver con los moais, esas gigantescas estatuas que representan a la isla. Hasta ahora ningún científico ha podido descubrir su significado, ni tampoco cómo un pueblo que no conoció la rueda, transportó esas pesadas rocas de un lado a otro del territorio.

De todos los ahus (santuarios), el Akivi es el único que tiene moais mirando hacia el mar. La tradición dice que el rey Hotu Matúa envió a siete exploradores a buscar nuevas tierras, y que encontraron esta isla. Los siete moais de ahu Akivi, en las laderas del volcán Maunga Terevaka, recordarían a los exploradores originarios. Es por ello que miran hacia el mar, en dirección al punto desde donde vinieron.

Los rapa nui, naturales de Pascua, tenían un extraño rito religioso llamado Tangata Manu, el culto al hombre pájaro. Por medio de una competencia se elegía al hombre pájaro, quien vivía durante todo su reinado en el cráter del volcán Rano Kau.

Actualmente visitar la aldea ceremonial Orongo, donde se celebraba el culto, es uno de los principales paseos de Pascua.
Impresionante es la vista que ofrece desde el borde del volcán: adentro del cráter hay un lago; afuera un precipicio que cae directo al mar.

Otro lugar fascinante es el cráter Rano Raraku, de cuya cantera se extraían las piedras volcánicas para tallar los moais. Es un sitio para recorrer íntegramente-. Las 394 estatuas a medio terminar en las laderas externas e internas del cráter, permiten apreciar el proceso que llevaba realizarlas.

Caminando se puede encontrar algo nuevo a cada paso: el Tuturi, único moai de rodillas, o el Gigante, una estatua de más de 20m que quedó inconclusa. El tope del cráter es el mejor mirador de la isla, ya que permite apreciarla en todo su esplendor. Cerca de Rano Raraku está el ahu Tongariki, santuario con los moais más deslumbrantes.

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