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martes, 15 de febrero de 2011

Viajes a Yemen - turismo en medio oriente


Quizás el más curioso de los zocos sea el del qat, donde los hombres gastan un tercio de su salario... y es que el qat es el vicio nacional. Las hojas de esta planta contienen una pequeña dosis de anfetaminas, que afortunadamente no provoca efectos secundarios a quien las consume.

Después del mediodía se puede ver a todos los hombres masticando estas hojas, que tienen la propiedad de quitar el apetito y el cansancio.

Si presta atención a la gente a su alrededor, podrá ver que ningún hombre anda sin su djambia a la cintura. Esta daga de afilada hoja y punta curva es menos un medio de defensa que un símbolo de masculinidad, honor y estatus.

Son baratas, pero las que tienen incrustaciones de plata y oro, y han estado en una familia por más de tres generaciones, pueden alcanzar en subasta los US$300, más del ingreso anual de un yemení.

Lo más sobresaliente de la ciudad es su arquitectura. Sus edificios de hasta 7 pisos de altura y 400 años de antigüedad, construidos con bloques de piedra y ladrillos de barro, constituyen una maravilla en sí misma. Arabescos en yeso blanco adornan las fachadas y sobre las diminutas ventanas, hermosos vitrales dejan pasar la luz a raudales.

Por todas partes abundan los baños turcos, mudos sobrevivientes de las invasiones otomanas de siglos pasados, mientras sobre los techos de la urbe, los minaretes de las mezquitas se estrechan hasta el cielo, tratando de llegar a él con sus pequeñas cúpulas.

Por sus calles empedradas es común encontrar grupos de hombres disputando una partida de dominó, el "deporte" nacional de Yemen, mientras sus mujeres transitan por los callejones vestidas de pies a cabeza en negros ropajes. No se le ocurra tomarles una fotografía, es una de las peores ofensas que puede infligirle a una mujer musulmana.

Si quiere pasar una noche inolvidable alójese en un fonduk, singular hotel instalado en una de estas casas. La cena llega en grandes bandejas hasta el salón de la recepción, donde deberá comerla sentado en el piso y usando las manos, porque los yemeníes no utilizan cubiertos.

A continuación los hombres del lugar, djambia en mano, inician una animada danza tradicional.
A la hora de dormir, hasta ocho colchones se extienden sobre las alfombras de los cuartos comunitarios.

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