LAS PLAYAS
En los inesperados rincones donde las rocas dan un respiro al mar, nacen playas que parecen diseñadas exclusivamente para el ser humano: ya sea en las negras arenas volcánicas de Acquafredda o en los rocosos suelos de Fiumicello, el entorno poblado de olivares, pinos y una miríada de flores silvestres que perfuman sugestiva ente el ambiente, acompaña los chapuzones en las frescas y saladísimas aguas del golfo, alimentadas por la desembocadura de ríos subterráneos.
Los lucanos son devotos de la "distensión en cubierta", pasión altamente contagiosa que impulsa a los turistas a embarcarse en lanchones, gomones o goletas para surcar las mansas aguas, haciendo deliciosas paradas en lugares secretos o disfrutando de actividades como el snorkel o el buceo.
La paleta de colores va del esmeralda al turquesa y muta violentamente en la gloriosa hora del atardecer, impactando a los visitantes y garantizando la nostalgia.
En los inesperados rincones donde las rocas dan un respiro al mar, nacen playas que parecen diseñadas exclusivamente para el ser humano: ya sea en las negras arenas volcánicas de Acquafredda o en los rocosos suelos de Fiumicello, el entorno poblado de olivares, pinos y una miríada de flores silvestres que perfuman sugestiva ente el ambiente, acompaña los chapuzones en las frescas y saladísimas aguas del golfo, alimentadas por la desembocadura de ríos subterráneos.
Los lucanos son devotos de la "distensión en cubierta", pasión altamente contagiosa que impulsa a los turistas a embarcarse en lanchones, gomones o goletas para surcar las mansas aguas, haciendo deliciosas paradas en lugares secretos o disfrutando de actividades como el snorkel o el buceo.
La paleta de colores va del esmeralda al turquesa y muta violentamente en la gloriosa hora del atardecer, impactando a los visitantes y garantizando la nostalgia.
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