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Guía turística en Kenia

Viajar por Kenia requiere de todas las cosas que uno normalmente lleva cuando parte de viaje . Sin embargo, hay consejos que siempre viene...

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jueves, 31 de marzo de 2011

Manantiales y Arrollos - Oasis en Desiertos


Tomando la ruta 96 con dirección al noroeste, a más de 200km sobre Chott el-Jerid -inmenso lago seco del que solo quedan las piedras de sal- algo así como un espejismo se forma en el horizonte. Hermosos manantiales, arroyos y cascadas reciben al sediento viajero a lasombra de más de 200 mil palmeras en el maravillo oasis Tozeur. Recorrer sus palmares a pie o en bicicleta es todo un cambio luego de la aridez del desierto.

Para los amantes de la diversión, el nuevo parque temático Noches Árabes invita a penetrar en los misterios y riquezas de la cueva de Alí Baba.

Nuevamente rumbo al norte, y a tan solo 1 lOkm de Túnez se encuentran las ruinas romanas de Dougga, las más preservadas de todo el país. Un guía retrotrae al pasado con sus relatos, a la urbe romana, a través del Templo de Saturno, la maravillosa Plaza de los Vientos y el teatro realizado en el año 188DC donde todavía hoy se lleva a cabo el Festival de Drama en julio y agosto.

Sin embargo, el más esplendoroso de todos los monumentos es el Capitolio; construido en honor a Júpiter, Juno y Minerva, es considerado el mejor de los restos romanos del norte de África.

A poca distancia de Túnez es obligatoria la parada en el Parque Nacional Ichekeul. Sus 12.600 hectáreas albergan un enorme lago de agua dulce, 600 variedades de plantas y más de 200 especies de aves que descansan de sus rutas migratorias.

La recorrida por este impresionante país del norte africano no puede estar completa sin una visita a la todopoderosa y mística ciudad de Cartago, a 15km de la capital. Convertida en zona residencial cuesta un poco imaginarla como principal puerto fenicio y hogar de Aníbal y sus elefantes que hace más de dos mil años partieran a la guerra listos para atravesar los Alpes europeos. Lamentablemente, Aníbal fue derrotado y su osadía pagada con la total destrucción de su otrora hermosa ciudad.

Más de cien años habrían de pasar antes que los romanos construyeran una nueva Cartago, y la convirtieran en su principal bastión en el continente. En la actualidad poco queda de su glorioso pasado, tan solo unas pocas ruinas, mayoritariamente del período romano, esparcidas por toda la ciudad, lo que hace dificultoso acceder a ellas. Lo más cómodo es alquilar un hippomobil (coche tirado por caballos) en la estación Hannibal y así poder trasladarse a los puntos de interés.

El anfiteatro romano se conserva bastante bien y todos los veranos alberga al Festival Internacional de Cine de Cartago. Los baños termales de Antoninius Pius, sobre la costa, cautivan por la belleza de sus vistas, mientras que el lúgubre santuario de Tophet nos habla de miles de criaturas ahorcadas y quemadas para aplacar al dios Baal Hammon de los antiguos cartagineses.

Túnez guarda en cada pequeño grano de arena que integra sus playas, desiertos y oasis, las maravillas y misterios de algunas de las más ricas civilizaciones que poblaran el planeta. Los más de tres mil años de historia e intrigas que se reflejan en los ojos oscuros de sus habitantes, sabios guardianes de costumbres milenarias, atrapan al viajero desprevenido quien poco podrá hacer para no enamorarse perdidamente de esta tierra.

martes, 29 de marzo de 2011

Desiertos - Arena sin Fin


Arenas sin fin

A 400km al sur de Túnez se encuentra el pueblo Matmata. Su ocre paisaje lunar resulta muy familiar y es que aquí mismo se filmaron tanto las escenas del desierto de La guerra de las galaxias como Los cazadores del arca perdida y El paciente inglés, entre muchos otros filmes.

Hoyos en el suelo conducen a las construcciones trogloditas que aún hoy albergan a las poblaciones del desierto, que encuentran bajo tierra un mejor clima para su vida diaria. Una rápida parada en el bar del hotel Sidi Drissi, más conocido como la cantina de La guerra de las galaxias, calmará la sed y tal vez, solo tal vez, se pueda ver entrar al rudo y sarcástico Han Solo.

Hacia el sudoeste, rodeada de ondulantes dunas, aparece Douz, la puerta del desierto. Desde aquí se pueden organizar safaris saharianos de hasta una semana de duración, a camello, a pie o a bordo de confortables 4x4.

Si la decisión es el dromedario, no hay que dejarse engañar por sus hermosas y largas pestañas, y mejor será tratar de hacer buenas migas con él antes de la partida: bicho caprichoso y malhumorado, si uno no le cae simpático puede intentar darle un mordiscón a la primera oportunidad, o salir corriendo como despavorido por el medio del desierto. Es conveniente tener la precaución de guardar todo equipo fotográfico o electrónico en bolsas de plástico con cierre hermético para evitar que resulten dañados: la arena del desierto es ultrafina y penetra en todo lo que encuentra a su paso.

Douz es también famosa por su Festival del Sahara que se celebra todos los años en el mes de diciembre. Durante tres días se llevan a cabo carreras de camellos y de los hermosísimos purasangre árabes, ricamente adornados para la ocasión.

Canciones, danzas y casamientos bereberes alegran el resto de las jornadas. Este pequeño poblado es también conocido por su mercado, el mejor de Túnez. Cada jueves, los tuareg, aquellos nómades de pieles y vestimentas azules, llegan del desierto para vender o trocar camellos, caballos, hermosas monturas o preciosas joyas de plata. Para despedirse del desierto y de Douz, nada mejor que un paseo en globo al amanecer o atardecer, cuando duna tras duna se visten de inusitadas rosas y lilas.