Tomando la ruta 96 con dirección al noroeste, a más de 200km sobre Chott el-Jerid -inmenso lago seco del que solo quedan las piedras de sal- algo así como un espejismo se forma en el horizonte. Hermosos manantiales, arroyos y cascadas reciben al sediento viajero a lasombra de más de 200 mil palmeras en el maravillo oasis Tozeur. Recorrer sus palmares a pie o en bicicleta es todo un cambio luego de la aridez del desierto.
Para los amantes de la diversión, el nuevo parque temático Noches Árabes invita a penetrar en los misterios y riquezas de la cueva de Alí Baba.
Nuevamente rumbo al norte, y a tan solo 1 lOkm de Túnez se encuentran las ruinas romanas de Dougga, las más preservadas de todo el país. Un guía retrotrae al pasado con sus relatos, a la urbe romana, a través del Templo de Saturno, la maravillosa Plaza de los Vientos y el teatro realizado en el año 188DC donde todavía hoy se lleva a cabo el Festival de Drama en julio y agosto.
Sin embargo, el más esplendoroso de todos los monumentos es el Capitolio; construido en honor a Júpiter, Juno y Minerva, es considerado el mejor de los restos romanos del norte de África.
A poca distancia de Túnez es obligatoria la parada en el Parque Nacional Ichekeul. Sus 12.600 hectáreas albergan un enorme lago de agua dulce, 600 variedades de plantas y más de 200 especies de aves que descansan de sus rutas migratorias.
La recorrida por este impresionante país del norte africano no puede estar completa sin una visita a la todopoderosa y mística ciudad de Cartago, a 15km de la capital. Convertida en zona residencial cuesta un poco imaginarla como principal puerto fenicio y hogar de Aníbal y sus elefantes que hace más de dos mil años partieran a la guerra listos para atravesar los Alpes europeos. Lamentablemente, Aníbal fue derrotado y su osadía pagada con la total destrucción de su otrora hermosa ciudad.
Más de cien años habrían de pasar antes que los romanos construyeran una nueva Cartago, y la convirtieran en su principal bastión en el continente. En la actualidad poco queda de su glorioso pasado, tan solo unas pocas ruinas, mayoritariamente del período romano, esparcidas por toda la ciudad, lo que hace dificultoso acceder a ellas. Lo más cómodo es alquilar un hippomobil (coche tirado por caballos) en la estación Hannibal y así poder trasladarse a los puntos de interés.
El anfiteatro romano se conserva bastante bien y todos los veranos alberga al Festival Internacional de Cine de Cartago. Los baños termales de Antoninius Pius, sobre la costa, cautivan por la belleza de sus vistas, mientras que el lúgubre santuario de Tophet nos habla de miles de criaturas ahorcadas y quemadas para aplacar al dios Baal Hammon de los antiguos cartagineses.
Túnez guarda en cada pequeño grano de arena que integra sus playas, desiertos y oasis, las maravillas y misterios de algunas de las más ricas civilizaciones que poblaran el planeta. Los más de tres mil años de historia e intrigas que se reflejan en los ojos oscuros de sus habitantes, sabios guardianes de costumbres milenarias, atrapan al viajero desprevenido quien poco podrá hacer para no enamorarse perdidamente de esta tierra.
Para los amantes de la diversión, el nuevo parque temático Noches Árabes invita a penetrar en los misterios y riquezas de la cueva de Alí Baba.
Nuevamente rumbo al norte, y a tan solo 1 lOkm de Túnez se encuentran las ruinas romanas de Dougga, las más preservadas de todo el país. Un guía retrotrae al pasado con sus relatos, a la urbe romana, a través del Templo de Saturno, la maravillosa Plaza de los Vientos y el teatro realizado en el año 188DC donde todavía hoy se lleva a cabo el Festival de Drama en julio y agosto.
Sin embargo, el más esplendoroso de todos los monumentos es el Capitolio; construido en honor a Júpiter, Juno y Minerva, es considerado el mejor de los restos romanos del norte de África.
A poca distancia de Túnez es obligatoria la parada en el Parque Nacional Ichekeul. Sus 12.600 hectáreas albergan un enorme lago de agua dulce, 600 variedades de plantas y más de 200 especies de aves que descansan de sus rutas migratorias.
La recorrida por este impresionante país del norte africano no puede estar completa sin una visita a la todopoderosa y mística ciudad de Cartago, a 15km de la capital. Convertida en zona residencial cuesta un poco imaginarla como principal puerto fenicio y hogar de Aníbal y sus elefantes que hace más de dos mil años partieran a la guerra listos para atravesar los Alpes europeos. Lamentablemente, Aníbal fue derrotado y su osadía pagada con la total destrucción de su otrora hermosa ciudad.
Más de cien años habrían de pasar antes que los romanos construyeran una nueva Cartago, y la convirtieran en su principal bastión en el continente. En la actualidad poco queda de su glorioso pasado, tan solo unas pocas ruinas, mayoritariamente del período romano, esparcidas por toda la ciudad, lo que hace dificultoso acceder a ellas. Lo más cómodo es alquilar un hippomobil (coche tirado por caballos) en la estación Hannibal y así poder trasladarse a los puntos de interés.
El anfiteatro romano se conserva bastante bien y todos los veranos alberga al Festival Internacional de Cine de Cartago. Los baños termales de Antoninius Pius, sobre la costa, cautivan por la belleza de sus vistas, mientras que el lúgubre santuario de Tophet nos habla de miles de criaturas ahorcadas y quemadas para aplacar al dios Baal Hammon de los antiguos cartagineses.
Túnez guarda en cada pequeño grano de arena que integra sus playas, desiertos y oasis, las maravillas y misterios de algunas de las más ricas civilizaciones que poblaran el planeta. Los más de tres mil años de historia e intrigas que se reflejan en los ojos oscuros de sus habitantes, sabios guardianes de costumbres milenarias, atrapan al viajero desprevenido quien poco podrá hacer para no enamorarse perdidamente de esta tierra.
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