Camino a la Riviera Maya, los altos edificios dan paso a una exuberante vegetación que amenaza con devorarse la moderna carretera que corre paralelamente a la costa.
A pocos kilómetros de Playa del Carmen llegamos al Barceló Maya Beach Resort. Boquiabiertos y sin palabras, recorrimos el fabuloso parque que encierra a esta miniciudad. Piscinas transformadas en verdaderos lagos, canchas de golf y de tenis, irrumpen por doquier.
Todos los deportes conocidos se pueden practicar cotidianamente: clases de aerobics, de buceo, windsurf, ski o una jornada de equitación en la playa.
Entre la diversión que organizan los animadores durante el día, el teatro con un show diferente cada noche y la disco a orillas del mar, aburrirse es verdaderamente imposible. Uno podría pasarse la vida aquí dentro, pero fuera del exclusivo recinto hay un mundo de maravillas por descubrir.
A pocos kilómetros de Playa del Carmen llegamos al Barceló Maya Beach Resort. Boquiabiertos y sin palabras, recorrimos el fabuloso parque que encierra a esta miniciudad. Piscinas transformadas en verdaderos lagos, canchas de golf y de tenis, irrumpen por doquier.
Todos los deportes conocidos se pueden practicar cotidianamente: clases de aerobics, de buceo, windsurf, ski o una jornada de equitación en la playa.
Entre la diversión que organizan los animadores durante el día, el teatro con un show diferente cada noche y la disco a orillas del mar, aburrirse es verdaderamente imposible. Uno podría pasarse la vida aquí dentro, pero fuera del exclusivo recinto hay un mundo de maravillas por descubrir.
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