Desértico y sobrecogedor. Inhóspito y deslumbrante, Árido, rojo, impactante. El Parque Nacional Talampaya, en la provincia de La Moja y el Parque Provincial Ischigualasto -más conocido corno el Valle de la Luna- en la provincia de San Juan, desbordan belleza paisajística y una enorme riqueza paleontológica, arqueológica y cultural.
Sus llanos desérticos, quebradas y murallones de tierra colorada y las formas caprichosas de las rocas guardan 200 millones de años de historia de la Tierra y de la vida que existía allí por ese entonces. Eran tiempos de heléchos verdes y araucarias de tamaños nunca imaginados-, de clima tropical húmedo, dinosaurios y reptiles gigantescos.
Poco a poco las lluvias comenzaron a escasear, los pantanos se secaron, y la flora y fauna mutaron. Hoy solo quedan las huellas de aquellas épocas. La flora actual está representada por chañares, iarillos y espinillos; y los zorros, guanacos, liebres y pumas, componen la fauna.
Recorriendo estos parques con los guías del lugar, se tiene la posibilidad de observar cómo en las distintas capas de las rocas fueron quedando al descubierto los restos fósiles que describen la secuencia casi completa del período Triásico (parte de la Era Mesozoica).
Estos monumentos naturales muestran extrañas formas talladas por la erosión fluvial desde tiempos remotos. Las presentes en el Valle de la Luna, en San ]uan, han sido bautizadas con nombres acordes a sus formas como, por ejemplo, la "Lámpara de Aladino", "El submarino", "La Paloma".
Se conservan, por ejemplo, las impresiones de las hojas, esqueletos y huesos de animales que quedaron atrapados en el barro o en las lagunas en aquel entonces. Un reducto único en el mundo. De ahí su fama internacional y el gran aprecio que la comunidad científica tiene por estas reservas naturales.
Sus llanos desérticos, quebradas y murallones de tierra colorada y las formas caprichosas de las rocas guardan 200 millones de años de historia de la Tierra y de la vida que existía allí por ese entonces. Eran tiempos de heléchos verdes y araucarias de tamaños nunca imaginados-, de clima tropical húmedo, dinosaurios y reptiles gigantescos.
Poco a poco las lluvias comenzaron a escasear, los pantanos se secaron, y la flora y fauna mutaron. Hoy solo quedan las huellas de aquellas épocas. La flora actual está representada por chañares, iarillos y espinillos; y los zorros, guanacos, liebres y pumas, componen la fauna.
Recorriendo estos parques con los guías del lugar, se tiene la posibilidad de observar cómo en las distintas capas de las rocas fueron quedando al descubierto los restos fósiles que describen la secuencia casi completa del período Triásico (parte de la Era Mesozoica).
Estos monumentos naturales muestran extrañas formas talladas por la erosión fluvial desde tiempos remotos. Las presentes en el Valle de la Luna, en San ]uan, han sido bautizadas con nombres acordes a sus formas como, por ejemplo, la "Lámpara de Aladino", "El submarino", "La Paloma".
Se conservan, por ejemplo, las impresiones de las hojas, esqueletos y huesos de animales que quedaron atrapados en el barro o en las lagunas en aquel entonces. Un reducto único en el mundo. De ahí su fama internacional y el gran aprecio que la comunidad científica tiene por estas reservas naturales.
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