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Guía turística en Kenia

Viajar por Kenia requiere de todas las cosas que uno normalmente lleva cuando parte de viaje . Sin embargo, hay consejos que siempre viene...

martes, 8 de febrero de 2011

Los Barrios "In" de Miami - Cocktail Pastel


Muchas cosas cambiaron en Miami, pero no Coral Gables, el distrito de arquitectura mediterránea que tuvo su auge en los años 20. En los amplios bulevares con nombres españoles, hasta la más corriente de sus tiendas luce un look diferente. Para comprobarlo, basta con entrar a una de las tantas wine stores, de donde saldrá después de catar una buena cepa acompañada de un excelente queso.

Al sur del Downtown y desplegado a lo largo de la Bahía Biscayne, la zona de Coconut Grove se convirtió en uno de los barrios más de moda, con restaurantes internacionales y las mejores casas de ropa.

El punto de reunión es el Coco Walk, un shopping con un estilo arquitectónico muy particular, que concentra propuestas de entretenimiento y compras. The Gap, Banana Republic y Planet Hollywood son parte del muestrario. No deje el maü sin haber probado las tapas españolas del Café Tu Tu Tango -¿tango y comida española?- en el agradable ambiente de este restaurante decorado como loft.

Cocktail Pastel
En clave de colores pasteles y luces de neón, los hoteles y restaurantes más clásicos recuperaron un pasado de gloria. Gran parte del "lifting" al que fue sometida esta ciudad pasó por las paredes de sus descascarados edificios Art Déco. La mejor forma de tener un panorama genérico de algunos de los hitos de esta arquitectura es tomar el Art Déco VJalking loar. El grupo parte del Art Déco Welcome Center, ubicado en el 1001 de la Ocean Drive, y cuesta US$10 por persona.

Las siluetas despiertan los más fantásticos conjuros de la imaginación: una construcción en forma de tetera, otra parecida a un barco, la fachada en tonos ámbar y crema del hotel Beacon, el estilo náutico del Park Central o el aire veneciano de los Locus Apartments.

Figuras geométricas, contornos graciosos, palmeras, flores y flamencos distinguen este estilo tropical que, en los hoteles de Miami, creó su propia versión caracterizada por interminables terrazas cubiertas y fabulosos restaurantes.

Al terminar el día, volver a South Beach para admirar cómo la puesta de sol tiñe los edificios de dorado, entremezclándose con los colores estridentes de las primeras luces de neón, es el preludio ideal para una noche de diversión.

lunes, 7 de febrero de 2011

Pampatar - Un pueblo con savor a Sal


Con sabor a sal
Pampatar, antiguo pueblo de pescadores, parece detenido en el tiempo. Sus somnolientas calles laberínticas y sus construcciones coloniales exhiben una divertida combinación de colores, típicamente caribeña.

En idioma guaiquirí, Pampatar significa "pueblo de la sal", y así se lo llamó debido a su proximidad con las salinas ubicadas cerca del puerto. Quienes se alojen allí tendrán ocasión de admirar vestigios coloniales de la ciudad, tales como el castillo de San Carlos Borromeo -una fortaleza reconstruida íntegramente luego de haber sido atacada por piratas-, la iglesia parroquial -que data del siglo XVIII- o la Casa de la Aduana, que supo ser amarilla y hoy exhibe un celeste furioso.

En la rambla, la arquitectura cambia radicalmente. Allí se perfilan modernos hoteles que dan al mar, permitiendo a sus huéspedes disfrutar de un espectáculo sin cargo: los barcos sardineros recogiendo sus redes, mientras cientos de pelícanos los sobrevuelan y, de a ratos, se precipitan como kamikazes emergiendo con su pico abultado por alguna sardina.

Arena y sol
Finalmente, todo se resume en lo que cualquier mortal que ponga un pie aquí viene a buscar: la playa. No importa de dónde se venga, la postal caribeña surte efecto y desde que empacamos la malla, los shorts y el pareo, los chapuzones y la idea de "lagartear" al sol rayan en la obsesión. El viaje promete y, una vez más, el destino cumple, porque en esta bendecida península venezolana hay playa para todos los gustos.

Comenzamos por El Yaque, reducto joven donde los fanáticos del windsurf están de parabienes: en este rincón cercano al aeropuerto, los vientos alisios no dejan de soplar, agitando las aguas. Palapas frente al mar, salsa y reggae de fondo, guardería y alquiler de tablas más algunos hoteles divertidos y económicos hacen que los windsurfers únicamente abandonen sus piruetas en el agua cuando cae el sol.

Hacia el nordeste, en Playa El Ángel -así bautizada por una formación rocosa que simula un ángel de alas abiertas- el oleaje es más suave, pero igualmente encantador.

domingo, 6 de febrero de 2011

La Isla Margarita - viajar a Venezuela


Como dicen sus pobladores, en Isla Margarita hasta la sal es dulce. Carreteras sinuosas bordean inmensos morros vestidos de un verde estridente que mojan sus pies en el mar; esquinas y playas decoradas por flor de reina, girasoles, palmeras, y el arrorró de olas incesantes que barren una interminable estela de arena. La isla que enamoró a Colón ofrece vacaciones buenas, bonitas y, además, baratas.

A tan solo una hora de vuelo desde Caracas, esta tierra se vislumbra entre acolchonadas nubes blancas. El sol la acompaña de a ratos y cuando brilla, es como si se la observara a través de un caleidoscopio, con el desierto de Macanao al este y los cerros de vegetación generosa al oeste; entre ambos se halla el istmo de La Restinga, poblado de manglares, que une las dos partes. Cualquiera de sus playas es excusa suficiente para subirse al avión y visitar la isla. Sin embargo, hay mucho más para quien se anime a descubrirla.

Una vez en tierra, buscamos ansiosamente las "flores de los enamorados"; pero los margariteños no fueron los precursores del deshoje de las margaritas y, en realidad, la flor nacional es la orquídea. Originalmente el territorio estaba habitado por indios guaiquiríes y su nombre antiguo -Paraguachoa- significa "lugar de pesca abundante".

Sin embargo, como en otros puntos de América, la colonización española trajo grandes cambios, la pobló de fortalezas y mudó su nombre a Margarita.

sábado, 5 de febrero de 2011

Mallmanía - Miami Beach


Mallmanía
Son apoteósicos, grandes... ¡y baratos! Nadie se complica la vida en esta ciudad que está hecha para comprar. A los grandes malls como el Aventura o Sawgrass Mills, en las afueras de Miami Beach, hay que dedicarles por lo menos medio día.

Tenga en cuenta que -a diferencia de sus pares uruguayos-Ios domingos cierran al público y evítese el desagradable episodio de pagar un taxi hasta allí, para encontrar los estacionamientos vacíos.

Las casas de electrónica se concentran en la Flagler Street, en el Downtown, donde se hacen las compras a la vieja usanza, caminando bastante, descansando poco y comparando mucho.

Para una experiencia más "paqueta" se pueden acumular más shopping bags y relajarse con un café en el Bayside Marketplace; desde aquí se cruza en water taxis hasta Miami Beach.

Barí Harbour Shops es la meca para los devotos del arte degastar dinero: Ann Taylor, Saks, Brooks Bros y Neiman Marcus.,. ¿algo más? Finalmente, para los más cómodos, en la legendaria Collins Avenue, entre las calles 7 y 13 están las marcas más conocidas.

Para aquellos que buscan un ambiente más familiar se recomiendan playas como Barí Harbour o Surfside, al norte de South Beach.

CÓMO LLEGAR: Los vuelos diarios al Aeropuerto Internacional de Miami tienen un costo aproximado de US$850 (si compra el paquete con estadía los precios disminuyen). Desde el Aeropuerto se pueden tomar ómnibus públicos, shut-tles, taxis y hasta limousines. Lo más conveniente es llevar el auto alquilado desde Montevideo y pasar a buscarlo por la sucursal que las Tentadoras suelen tener en el aeropuerto.

ALOJAMIENTO: Los precios varían en función de la zona. Miami Beach conserva la mejor relación precio-beneficio: las habitaciones de hoteles como el Seville y el Holliday Inn no superan los US$100 y tienen la playa enfrente. En South Beach considérese afortunado sí consigue una noche por US$190; el Downtown es una opción si su prioridad son las compras.

COMIDA. Hay de todo. No se pierda el café que se sirve en los bolichitos de La Pequeña Habana ni los mariscos en South Beach. Para los nostálgicos: hay más de un parrillada.

MONEDA: Dólar americano.

IDIOMA: Inglés.

viernes, 4 de febrero de 2011

Peló - Porto Seguro, turismo en Bahía


Más conocido como Peló. En el epicentro está la iglesia Nossa Senhora Rosario dos Pretos, a metros del lugar en el que se presenta Olodum los domingos en verano, y hacia donde miran la fundación Casa de Jorge Amado y el Museo de la Ciudad, El barrio entero es todavía más grande que el alcance de los trabajos de la Prefeitura: subiendo hasta la Ladeira do Carmo, los frentes aparecen descascarados, la ropa cuelga en los balcones y el revoque se cae a pedacitos.

Heléchos rozagantes crecen en las molduras. De noche es un tanto tenebroso pero no menos elocuente. El mar se asoma en las esquinas y entre esto y aquello, todo eso es Salvador.

Porto Seguro no falla
La vida se desenvuelve frente al mar, desde el amanecer hasta últimas horas de la noche. La cálida atmósfera acompaña Ios movimientos de la rutina diaria de los lugareños, sus puestos en la pasarela que todas las noches reúne a los turistas en una fiesta de tragos tropicales con nombres divertidos, de artesanías y ropas que entonan con el clima, y dulces que acaparan los paladares más golosos, amasados por las manos de mujeres regordetas de paños blancos en la cabeza.

El encanto del Estado de Bahía se respira apenas se apoyan los pies en sus tierras rojizas, cuando los ojos se fijan en el verde de un mar manso y tibio.

Porto Seguro ofrece parajes para el descanso y sitios donde la lambada no tiene intervalos. Cada cual escoge su ritmo. Durante el día, los paradores ofrecen instalaciones con lo necesario para relajarse y olvidarse de todo. Los preferidos son Axé Moi, Barramares, Barra Point, Mama Gaia. Tienen restaurantes con mariscos y pescados frescos, reposeras para adueñarse del sol, jugos de frutas y cerveza bien helada.

En cuanto a playas, hay muchas para elegir. Las de la costa norte son las más preciadas por sus paradores. Cada noche uno distinto ofrece una fiesta que convoca no solo a los turistas, sino también a la gente del lugar, que no deja de bailar y que junto a sus partners ofrecen una gran clase de baile sin que esté preparado expresamente para el turismo.

Las jóvenes mulatas visten jeans ajustados y los hombres el torso desnudo y pantalones blancos de capoeira, ese arte marcial que por las noches se convierte en un arma de seducción. Los shows tienen bandas en vivo y bailarines que invitan a seguir sus movimientos.

El parador Barramares es uno de los elegidos por sus fogones, por el ritmo de la bossa nova, la lambada aeróbica, espectáculos de casamientos gitanos y capoeira.

jueves, 3 de febrero de 2011

San Fransisco - Pelourinho y sus Iglesias


No es posible describir esta ciudad sin mostrar los rasgos de su gente: una mezcla de descendientes de europeos y de esclavos traídos desde África en bodegas que no solo transportaban personas como si fueran ganado, sino también su cultura, sus creencias, sus mitos, su música, arte y sabiduría.

Y es esa gente -y solo ella- la que le dio vida y nombre, y se lo sigue dando. No es casual encontrar a las mujeres vestidas de blanco y ataviadas con turbantes, cocinando manjares típicos detrás de una mesita en plena calle.

Ni rastrear lo más profundo del sincretismo religioso afroamericano en alguna ladera empedrada, bordeada por casitas humildes de las que se escapa el batir de los tambores. Solo aquí aparecen los hombres vestidos de blanco que parecen bailar y están luchando, o viceversa, en esa práctica marcial que es la capoeira, donde la estética surte más efecto que la violencia.

Las callecitas del Pelourinho están sembradas de iglesias, como toda la ciudad. Verdad o leyenda, los bahianos juran que su ciudad tiene 365 iglesias, una por cada día del año. Y que además alberga a la más fastuosa de todas: el complejo arquitectónico formado por la iglesia de San Francisco y la iglesia de la Tercera Orden de
San Francisco.

Esta última, s más pequeña, conserva entre sus muchos tesoros un cuadro del siglo XVIII al que, si se lo mira desde un lado y después desde el otro, se tendrá la sensación de que los ojos del personaje siguen al espectador y que su expresión cambia.

No son especialmente limpias las calles del Pelourinho, sino más bien lo contrario; se conservan sus orígenes a la vista. Hombres ricos, dueños de ingenios, haciendas y vidas esclavas, solían tener en esta zona sus altas residencias.

Y muy cerca estaba una especie de plaza seca (Largo do Pelourinho) en la que se castigaba a los negros rebeldes. Con el tiempo, las mansiones de antaño se fueron transformando en sórdidos conventillos en los que se hacinaban familias de todo origen. Poco queda de las historias trágicas, solo las paredes en las que han transcurrido.

Hoy, esta parte de Bahía es un centro turístico de primer nivel, con bares en las veredas angostas, locales de venta de artesanías y joyas autóctonas, comerciantes que cuelgan las ropas tradicionales hechas con telas livianas, y extranjeros llegados desde los untos cardinales del orbe, observados sin disimulo por los habitantes de la zona.

El Largo do Pelourinho mantiene el aspecto del siglo XVIII, bordeado de casas coloniales superadas en altura por las torres orientales de la iglesia de Nuestra Señora de los Negros, construida por esclavos y hoy frecuentada por sus descendientes.

miércoles, 2 de febrero de 2011

Turismo en Miami - Museos


En el Museo Histórico de South Florida (101 West Flagler Street, Downtown) se puede conocer el pasado de la ciudad a US$5 por persona.

El Fairchild Tropical Garden (10901 Otd Cutter Rd.) alberga una vasta colección de palmeras, árboles y extrañas plantas tropicales.

Miami, "el" lugar para ver y ser visto es South Beach, o SoBe, como lo bautizaron los locales contagiados del estilo neoyorquino. En este enclave tan diverso -que llega al punto de tener barrios del tamaño de ciudades y con identidad propia, como La Pequeña Habana en la Calle 8- la Ocean Drive, frente a la playa de South Beach, poblada de bolichitos con mesas en la vereda, es punto de reunión de locales y turistas.

Desde aquí hasta la Avenida Lennox, entre las calles 6 y 23 del centro de SoBe -conocido como el Distrito Art Déco- nuevos restaurantes y hoteles abren sus puertas todos los días.

En cualquiera de los cafés al aire libre, en mesas protegidas por la sombra de los cocoteros, se ven todas las caras y todos los estilos. Fuera de algunos turistas poco actualizados -que deambulan indagando por boliches cerrados desde hace años o preguntando por la Ocean Street- es común encontrarse con personalidades del cine y la televisión en pleno rodaje o posando para alguna producción fotográfica.

Otros -un poquito más morbosos- se sientan en el News Café, en el 800 de Ocean Drive y luego caminan hasta la mansión de GianniVersace, reproduciendo las últimas horas del desaparecido modista y vecino de la zona.

Cruzando la calle, y sorteando fanáticos de los rollers, lókm de arena y mar transparente concentran aficionados al sol y a los deportes acuáticos.

Por las noches, Ocean Drive se mueve al ritmo de la música de onda y las luces estroboscópicas. Si de ver estrellas se trata, dése una vuelta por Level, la disco elegida por las compañías cinematográficas y musicales para sus lanzamientos de películas y álbumes; Madonna estrenó su último trabajo, Uusk. en estas pistas.

Si alquiló descapotable -tentación irresistible por los precios que las rentadoras manejan- no lo lleve a menos que esté dispuesto a demorar más de cuarenta y cinco minutos para recorrer cuatro cuadras; si quiere estar a tono y no le molesta que los peatones avancen media cuadra mientras usted está en punto muerto, entonces disfrute de mezclar su Chrysler último modelo con otros clásicos americanos recelados.

martes, 1 de febrero de 2011

Viajar a Nueva York - Aeropuerto J.F.Kennedy


Disney Store o la tienda de la Warner Brothers. No entre resignado: es una experiencia deliciosa para grandes y chicos. En esta enorme juguetería donde Tom Hanks se entretenía saltando en un piano de piso en la película Quisiera ser grande, tocar y jugares el lema.

Todos se divierten probando los más curiosos y variados juguetes, pero pocos se atreven a comprar algo en estos días: y es que la fila de las cajas de FAO Schwarzson "conocidas" por alcanzar dimensiones "desconocidas".

Si la caminata le abrió el apetito pero no quiere detenerse, tenga en cuenta que los hot dogs de los carritos han sido destronados por los bagels que se venden en los delis que ahora pueblan las esquinas.

CÓMO LLEGAR: Desde Montevideo, parten vuelos diarios con destino al aeropuerto J.F.Kennedy, en Queens, al sudeste de Manhattan. El pasaje cuesta aproximadamente US$950 (si compra el paquete con estadía los precios disminuyen). Desde el aeropuerto se puede tomar un taxi o un shuttle -que es más económico-por una suma de aproximadamente US$15.

ALOJAMIENTO: La variedad es la consigna: los hoteles oscilan entre los US$30 y los "rascacielos". Una surte en el Waldorf Astoria está a US$330 la tarifa diaria. El Delmonico, ubicado en 502 Park Avenue, ofrece habitaciones dobles a US$240 y el YMCA ronda los US$75 por persona.

COMIDA: Hay de todo en ia tierra de la hamburguesa y el hotdog. Esta polifacética comarca refleja su diversidad en una oferta que cubre cada rincón del planeta: restaurantes chinos en Chinatown, trattoríe en Little Italy, y hasta comida brasileña en la calle 46.

Visitas infaltables: el Oyster Bar en la Grand Central Station (la mejor selección de ostras de la ciudad); la pizza y pasta de cualquier Sbarro's; la tarta de frutas del Café Lalo; el restaurante Guastavlno's -sólo con reserva- debajo del puente de Queens; la cafetería de la Trump Tower; el restaurante temático Mars 2121 para los más chicos; el trendy Balthazar en el SoHo; la cafetería del MOMA. La lista sigue...

MONEDA: Dólar americano.

IDIOMA: Inglés.

TRANSPORTE: Con todos los medios de locomoción que existen es casi ridículo alquilar un auto; además, es prácticamente imposible estacionar. Un pasaje de Metro asciende a US$1.50 y es válido también en los ómnibus.

CUÁNTO CUESTA: Sobrevolar Manhattan en un helicóptero sale US$52 por persona; las remeras de love New York se consiguen por US$3; un bagel a US$1; la Metro Card de US$17 permite utilizar el subterráneo y los ómnibus la cantidad de veces que se quiera en un lapso de una semana; para contratar durante una hora una limousine, que lleva 8 personas, se deberá desembolsar US$100.

lunes, 31 de enero de 2011

El Rockefeller Center - viajes EEUU


Al verlo, es imposible no recordar las lucecitas de casa y consolarse pensando que para algunos, la tarea fue más ardua. Si piensa visitarlo tenga en cuenta que el Rockefeller Center suele estar un poco sobrepoblado en los días previos a Nochebuena, por lo cual es conveniente armarse de paciencia, circular despacio y -por sobre todas las cosas- conservar el espíritu navideño.

La escena se completa con la figura dorada de Prometeo que vigila a cientos de patinadores, algunos expertos y otros no tanto, en la pista de hielo del Centro. Por un promedio de US$15 por adulto y US$10 los menores, es posible jugar de local y ensayar algunas figuras al son de la música.

de tienda en tienda
Otra tarea que ocupa a los habitantes de esta ciudad es el window shopping o -como lo llamamos nosotros- mirar vidrieras: es gratis (por más interactivas que sean, tientan pero no obligan) y, en "la" Nueva York navideña, son un espectáculo en sí mismas. Cada año, las tiendas más afamadas invierten miles de dólares en hacer sus escaparates aún más grandiosos.

Si bien el tema es ineludible, cada una conserva su estilo y los "estrenos" se marcan en la agenda aglomerando a cientos de curiosos y deteniendo el tráfico de las avenidas.

Desde el Rockefeller Center, puede cruzar hasta la Quinta Avenida, entre las calles 49 y 50, para asomarse a las vidrieras de Saks Fifth Ave. Su cercanía con el despliegue del abeto gigante hace que cada año los vidrieristas de Saks se vuelvan más inventivos y sus bolsas "calendario", las más populares de la ciudad. Continuando por la Quinta Avenida, entre la 38 y la 39 está Lord and Taylor, donde las colas para ver las típicas esceñas con figuras animadas se prolongan por varias cuadras.

La fila se mueve rápidamente, pero si quiere admirar estas bellezas con más calma, siempre es mejor darse una vuelta después del cierre, a las 9 de la noche.

domingo, 30 de enero de 2011

Una navidad en Nueva York


Desde 1933, cuando por primera vez la ciudad se vistió formalmente para recibir la Navidad, los neoyorquinos mantienen un idilio con las fiestas que renuevan todos los años a partir de los primeros días de noviembre.

EI árbol gigante del Rockefeller Center, las fabulosas vidrieras, un Papá Noel en cada esquina de las ajetreadas calles, villancicos por doquier, y luces que titilan en los árboles hacen imposible escapar al espíritu navideño que contagia a todos por igual.

"Estoy soñando con una Navidad blanca" dice la canción del inolvidable Bing Crosby. Y es cierto que para nosotros, los uruguayos, todavía resulta extraño comer lechón y nueces con 30°C de calor, la noche del 24 de diciembre. Por eso, cada vez más, hay quienes se animan a tocar la verdadera nieve y dejar en casa la bolsita de espúmapi asi picado.

Los neoyorquinos se jactan de haber inventado una Navidad con un despliegue muy particular. Los espectáculos están a la orden del día en Broadway y en las calles, el clásico ¡ingle Bells acompaña a los transeúntes a cada paso.

Rockefeller Center
El punto más concurrido por estas fechas es este Centro ubicado entre fas calles 49 y 50. El pasado 29 de noviembre, a las 9 de la noche, miles de personas se reunieron para presenciar la ceremonia que marcó el comienzo "oficial" de la Navidad en Nueva York: el encendido de las 20.000 luces del árbol gigante. Una avenida flanqueada por enormes ángeles con sus trompetas celestiales enmarca el árbol de 80 pies de altura que este año viene de un pequeño pueblo en Westchester.