El sueño de un navegante
Baiona La Real ha sido escenario de más de un hecho memorable. Vivió las invasiones bárbaras, las incursiones de piratas normandos y el saqueo del corsario Drake. Pero tiene un sitio asegurado en la historia por la llegada de la carabela Pinta, que convirtió la villa en el primer puerto del Viejo Continente que recibió la noticia del éxito de la expedición de Colón. Desde allí la información fue comunicada a los reyes Isabel y Fernando y, por ello, desde hace 100 años, la fiesta más importante del lugar evoca tal hazaña.
La playa Ribeira acoge unos festejos en los que participan todos los vecinos. En la bahía existe una reproducción de la citada nave, que puede ser visitada todos los días, excepto los martes. Su interior reproduce con total fidelidad los materiales y los navegantes que trajo e día del regreso. Delante de la fortaleza del Monte Real -convertida en Parador Nacional- y junto a la tumba del primer aborigen americano muerto en la península, un monolito conmemora el encuentro entre los dos mundos.
Desde entonces los gallegos han participado en las grandes olas migratorias hacia América, hasta el punto de encarnar -para nosotros- a todos los españoles: vascos, catalanes, castellanos y andaluces. Dejaron su impronta en nuestro idioma, a pronunciar la "11" y la "y" como "x" gallega.
Baiona marca el nacimiento de las rías Baixas en su región meridional. Con ellas comparte los frutos que le regala un mar generoso, un clima húmedo y suave y la hospitalidad de su gente.
Esta zona del litoral gallego se nutre de cinco playas: Ladeira, Santa Marta, La Ribeira, Bar-beira y Concheira. Playas de alto contenido en sales minerales, cuyo poder curativo natural es muy valorado por los visitantes que cada año se acercan hasta aquí para combatir sus dolencias.
El convento de las Madres Dominicas de la Asunción alberga un retablo de estilo barroco de gran armonía. Tampoco se puede olvidar la Capilla de la Misericordia, sede de la hermandad de la Santa Casa de la Paz y Misericordia, utilizada para socorrer a los vecinos en tiempos de guerras y pestes; la Casa de los Ceta, considerada la de mayor abolengo de todo el valle, ni el santuario de Santa Liberata, dedicado al culto de esta hija y patraña de los baioneses.
Por último, es preciso acercarse a contemplar la imagen de la Virgen de la Roca. Construida en 1930, es una escultura pétrea situada en el monte Sasón a lOOm sobre el nivel del mar. Tiene una altura de 15m y fue tallada toda en piedra, a excepción de los brazos y la cara, que son de mármol blanco. Su corona está rodeada de un nimbo de azulejos que descansa sobre sus hombros.
En su interior hueco una escalera de caracol permite subir al barco que sostiene en la mano derecha, con capacidad para siete personas.
Baiona La Real ha sido escenario de más de un hecho memorable. Vivió las invasiones bárbaras, las incursiones de piratas normandos y el saqueo del corsario Drake. Pero tiene un sitio asegurado en la historia por la llegada de la carabela Pinta, que convirtió la villa en el primer puerto del Viejo Continente que recibió la noticia del éxito de la expedición de Colón. Desde allí la información fue comunicada a los reyes Isabel y Fernando y, por ello, desde hace 100 años, la fiesta más importante del lugar evoca tal hazaña.
La playa Ribeira acoge unos festejos en los que participan todos los vecinos. En la bahía existe una reproducción de la citada nave, que puede ser visitada todos los días, excepto los martes. Su interior reproduce con total fidelidad los materiales y los navegantes que trajo e día del regreso. Delante de la fortaleza del Monte Real -convertida en Parador Nacional- y junto a la tumba del primer aborigen americano muerto en la península, un monolito conmemora el encuentro entre los dos mundos.
Desde entonces los gallegos han participado en las grandes olas migratorias hacia América, hasta el punto de encarnar -para nosotros- a todos los españoles: vascos, catalanes, castellanos y andaluces. Dejaron su impronta en nuestro idioma, a pronunciar la "11" y la "y" como "x" gallega.
Baiona marca el nacimiento de las rías Baixas en su región meridional. Con ellas comparte los frutos que le regala un mar generoso, un clima húmedo y suave y la hospitalidad de su gente.
Esta zona del litoral gallego se nutre de cinco playas: Ladeira, Santa Marta, La Ribeira, Bar-beira y Concheira. Playas de alto contenido en sales minerales, cuyo poder curativo natural es muy valorado por los visitantes que cada año se acercan hasta aquí para combatir sus dolencias.
El convento de las Madres Dominicas de la Asunción alberga un retablo de estilo barroco de gran armonía. Tampoco se puede olvidar la Capilla de la Misericordia, sede de la hermandad de la Santa Casa de la Paz y Misericordia, utilizada para socorrer a los vecinos en tiempos de guerras y pestes; la Casa de los Ceta, considerada la de mayor abolengo de todo el valle, ni el santuario de Santa Liberata, dedicado al culto de esta hija y patraña de los baioneses.
Por último, es preciso acercarse a contemplar la imagen de la Virgen de la Roca. Construida en 1930, es una escultura pétrea situada en el monte Sasón a lOOm sobre el nivel del mar. Tiene una altura de 15m y fue tallada toda en piedra, a excepción de los brazos y la cara, que son de mármol blanco. Su corona está rodeada de un nimbo de azulejos que descansa sobre sus hombros.
En su interior hueco una escalera de caracol permite subir al barco que sostiene en la mano derecha, con capacidad para siete personas.
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